Las organizaciones sociales más combativas y menos alineadas con la línea oficial -lideradas por el Polo Obrero, de Eduardo Belliboni-, que ya habían ocupado un lugar central en la agenda nacional con su impactante “acampe” masivo en la avenida 9 de Julio, decidieron ahora una movilización que fuera al mismo tiempo una demostración de convocatoria para el Gobierno y un mensaje al staff del FMI.
Prometieron movilizar 300.000 personas desde Jujuy hasta la plaza de Mayo.
Los planes originales quedaron algo alterados, porque finalmente la auditoría del Fondo no será presencial sino vía zoom con los funcionarios del equipo de Martín Guzmán y del Banco Central. Para el Gobierno, esa situación conlleva algo de alivio, dado que la imagen de los “auditores” del Fondo arribando a Ezeiza, rodeados de una muchedumbre de movileros de los canales de noticias era una de las pesadillas, tanto de Alberto Fernández como de Cristina Kirchner.
Pero, claro, eso no significa que la marcha piquetera pierda su impacto, ni en la opinión pública ni en el propio FMI, que está bien al tanto de la controversia política generada tras la firma del acuerdo de renegociación de la deuda.
Lo cierto es que el “timing” político de esta protesta no podría haber sido mejor elegido: no solamente coincide con la revisión del FMI, sino también con las audiencias públicas que se están desarrollando para determinar la suba segmentada de las tarifas públicas, un tema hipersensible que está en el eje de la pelea interna de la coalición gubernamental.
Y, para completar, el jueves, cuando se produzca la llegada de los manifestantes a la Ciudad de Buenos Aires -los organizadores estiman en 100.000 la cantidad de personas que se concentrarán en Plaza de Mayo-, no será cualquier jornada: estará recién salido del horno el dato de la inflación de abril, que el Gobierno sabe será otro shock para la opinión pública.
El indicador, que probablemente se ubicará en torno a 6%, dará mayor fuerza al reclamo que desde hace semanas vienen realizando las organizaciones sociales para un refuerzo en los planes de asistencia. De hecho, el pasado 1° de Mayo, hasta en el propio acto de “piqueteros oficialistas” de apoyo a Alberto Fernández, se advirtió con claridad que con el reciente bono extraordinario de $18.000, “no alcanza”.