Murió Carlitos Balá. El actor y humorista, de 97 años, falleció tras haber sido internado anoche en el Sanatorio Güemes, luego de sufrir una descompensación.
Este jueves, el animador infantil había comenzado a sentirse mal. Ante su dolencia, su familia lo llevó hasta esa institución donde los médicos que lo examinaron decidieron dejarlo en observación y realizarle estudios.
Luego su representante, Maximiliano Marbuk, comentó sobre el estado de salud de Balá: “Tuvo mareos en su casa, lógico de su edad, y lo llevaron al sanatorio. Los médicos decidieron dejarlo en observación y hacerles los estudios correspondientes que por suerte dieron bien”.
A las pocas horas de su internación, sin embargo, su estado se agravó y finalmente falleció, según confirmó su nieta Laura Gelfi a un portal del espectáculo.
“Estamos devastados pero unidos y así se fue él, con la familia unida y mucho amor”, dijo con tristeza la joven sobre la partida de su abuelo.
Quién fue Carlitos Balá
Carlos Salim Balaá Boglich nació en Buenos Aires, el 13 de agosto de 1925. Más conocido como Carlitos Balá, es un humorista, actor, músico y presentador, con más de medio siglo de trayectoria artística, en su mayoría dedicada al show infantil.
El “Show de Carlitos Balá” forma parte de la memoria colectiva de millones de argentinos. Ha realizado, además, espectáculos en radio, televisión, cine, circo, y teatro.
Sus comienzos fueron en la radio y luego en televisión en La revista dislocada, junto a Délfor Dicásolo. Formó parte del trío Balá, Marchesini y Locatti.
De vasta trayectoria, en 2016, a los 91 años, visitó al papa Francisco en la Ciudad del Vaticano y fue declarado en Roma “Embajador de la Paz”. El reconocimiento fue otorgado por la Red Voz por la Paz.
La frase más famosa, la que “se viralizó” en tiempos donde no había redes sociales fue: “¿Qué gusto tiene la sal?” Esa a la que todos los chicos respondían al unísono: ¡¡¡Salaaaado!!!
La idea nació en 1969, en una tarde tranquila en Mar del Plata. Un chico lo miraba atento y Balá haciendo como que no lo veía preguntó varias veces en voz alta: “¡El mar! ¿Qué gusto tendrá el mar?” El nene permanecía silencioso y el siguió: “Ahhh, el mar tiene gusto a sal. Pero, ¿qué gusto tiene la sal?” Y antes de salir corriendo el chico le respondió. “¡Pero, qué gusto va a tener la sal! ¡Salada!” Y así nació un éxito que atravesó cuatro generaciones.