Liz Truss presentó su renuncia como primera ministra del Reino Unido. Apenas pudo resistir 45 días en el poder. La sucesora de Boris Johnson había sido elegida al presentar un plan de recorte de impuestos para impulsar la economía de su país.
Sin embargo, esas ideas que la encumbraron en el gobierno británico abrieron una enorme resistencia en la sociedad y dentro del propio partido conservador. La primera consecuencia fue que debió echar a su primer ministro de economía, Kwasi Kwarteng. El plan de Truss había sido criticado hasta por el propio Fondo monetario internacional (FMI).
Pero cuando la primera ministra intentaba salir adelante de su crisis apenas asumida, recibió un golpe devastador. En solo 24 horas, renunció la ministra del interior, Suella Braverman, la figura principal de su gabinete. Y se especulaba con la inminente salida del ministro de Educación, Kit Malthouse y la ministra de Comercio, Kemi Badenoch.
Sin respaldo del partido conservador ni de sus colaboradores más directos, Liz Truss presentó su renuncia. Es la persona que por menos tiempo desempeñó el cargo de primer ministro en la historia del Reino unido.
El plan económico, clave para su elección y su caída
Cuando el pasado 7 de julio renunció el polémico Boris Johnson, el partido Conservador, con amplia mayoría en la cámara de los comunes (nuestros diputados), se dio un plazo de dos meses para elegir a su sucesor. Tras descartar a una serie de candidatos, dos llegaron a la selección final: Rushi Sunak, ministro de economía de Johnson y Liz Truss, su ministra de Relaciones Exteriores.
Truss aventajó a Sunak justamente por presentar un plan liberal en economía: bajar los impuestos para ayudar a un crecimiento de las inversiones, los negocios y el trabajo en el Reino Unido. Así fue elegida como nueva primera ministra. La segunda mujer en la historia, luego de Margaret Thatcher. La última función pública de la reina Isabel II fue, justamente, encargarle el rol de conducir a la nación.