El combinado nacional arribó en la madrugada al país de la Copa del Mundo con el rosarino a la cabeza, que buscará la gloria en su quinto Mundial.
Locura, pasión y un poco de decepción por la Selección. Así se puede resumir lo que pasó en la noche del miércoles y la madrugada del jueves en Doha en una de las entradas del Campo 3 de Entrenamiento de la Universidad de Qatar, el lugar que ya se convirtió en el hogar en el que vivirán Lionel Messi y su banda todo lo que dure este sueño mundialista en Medio Oriente.
Después del show contra Emiratos Árabes en un amistoso que fue un entrenamiento con un poco de exigencia y de la frase de Lionel Scaloni que encendió las alertas sobre un posible lesionado en el plantel de 26 jugadores, el grupo se subió a un avión en Abu Dhabi que lo trajo hasta Doha. El horario de llegada del avión estaba previsto para las 22.45, pero el aterrizaje se hizo realidad cuatro horas más tarde.
La información que circulaba entre los enviados especiales era que antes de subirse del avión, los jugadores habían hecho una escala técnica en Abu Dhabi antes de subirse al avión que los traería, micro mediante, a quedar concentrados en el búnker ubicado a unos 20 minutos en auto del downtown de Doha. Había que cenar.
Mientras tanto, en la puerta de la Universidad no paraban de llegar los fanáticos de la Selección. Fue un festival de coches rentados de los que no paraban de bajar hinchas con la camiseta argentina. De Buenos Aires, de Catamarca y con peluca, de Tucumán, de Ushuaia, de Rosario, de todos lados. Camisetas de River y de Boca. Hasta llegó una cordobesa con un imponente cuadro de Maradona con un marco plateado. Para esa altura ya se habían reunido unos 300 fanáticos del equipo de Scaloni. Hubo de todo. Hasta una pareja se puso a bailar en modo comparsa para hacer un poco más amena la espera. Parecía la puerta del predio de Ezeiza.