Francia, el actual campeón, enfrentó a Marruecos, la gran revelación, en la segunda semifinal del Mundial Qatar 2022 que definió al rival de la Argentina en la final del domingo.
El equipo europeo finalmente se quedó con el partido: ganó 2-0 con goles de Theo Hernández y Kolo Muani y jugará el partido definitorio en busca de defender la copa lograda en el Mundial Rusia 2018.
Kylian Mbappé y Lionel Messi, las dos estrellas de PSG, se enfrentarán en un mano a mano soñado que significará la revancha de lo que ocurrió en los octavos de Rusia 2018, cuando Antoine Griezmann, Benjamin Pavard y el propio Mbappé (2) dejaron sin chances a la Albiceleste de Jorge Sampaoli en la ciudad de Kazán.
Por su parte, el combinado africano, que dominó la pelota en la segunda mitad, pero al que le faltó precisión en los últimos metros, se jugará el tercer puesto frente a Croacia el sábado, a la misma hora, en el Estadio Internacional Jalifa.
El combinado de Didier Deschamps rompió el muro del combinado africano en tan solo cinco minutos. La apertura en el marcador se originó tras un desajuste defensivo de la zaga más sólida, un resbalón de En Yamiq, un mal despeje de Hakimi, una pelota boyando en el área, un remate acrobático de Theo y un Bono sin recursos.
Pudo haber ampliado la ventaja el combinado europeo con dos remates de Olivier Giroud, uno en el palo, y otra clara de Kylian Mbappé. Mientras que la mejor de Marruecos la tuvo El Yamiq rematando de chilena al palo tras un córner, sin contar algunos intentos a través de centros laterales y pelotas detenidas.
Ya en una de las últimas jugadas del primer tiempo, Aurelien Tchouameni tomó a Selim Amallah en el área y ambos terminaron en el piso. El árbitro ordenó que siga el juego.
Espoleados por esa esperanza, los Leones del Atlas creyeron en la gesta, en remontar ante la campeona, obligada ahora a achicar agua, los papeles cambiados, el asediador asediado.
Marruecos acarició el gol, lo intentó En-Nesyri, su mejor argumento anotador en Mundiales, lo procuró Ounahi, a pase de Ziyech, e incluso Hakimi se sumó a la fiesta. Pero no hubo nada que festejar.
Trató de darle brío Regregui a su equipo desde el banco, pero fue la salida de Marcus Thuram la que permitió respirar a Francia, que llevó el juego al otro área, la mejor receta para no sufrir.
Griezmann, que durante muchos minutos se afanaba en taponar las vías de agua de su zaga, agarró el timón para enderezar el rumbo de la campeona, que seguía padeciendo cada vez que un marroquí se lanzaba al ataque. El sudor corría por la frente de Deschamps cuando Hamdallah casi se planta solo ante Lloris.
Pero el sosiego no llegó hasta que en el minuto 79 Kolo Mouani se aprovechó de una jugada de Mbappé, medio disparo, medio asistencia, para derrocar la fortaleza de Bono.
Ni un minuto hacía que, en lugar de un desdibujado Dembelé, había entrado el delantero del Eintracht Frankfurt, el último en incorporarse a la aventura mundialista por la lesión de Christian Nkunku. De nuevo los renglones torcidos.
El gol acalló a la ruidosa grada. Marruecos había soñado con estar en lo más alto y tendrá que conformarse con haber sido la selección africana que más lejos ha llegado, la árabe que mantuvo el orgullo más tiempo en el Mundial árabe.
Pero no fue suficiente para evitar que el título se lo jueguen dos naciones que figuraban entre las favoritas antes incluso de empezar el torneo. Marruecos ya ha escrito su historia. Francia y Argentina, buscarán la suya.