Los crecientes episodios de violencia asociada al narcotráfico en Rosario llevaron a que el presidente Alberto Fernández se involucre de manera directa en el tema con un sorpresivo anuncio de medidas y la decisión de mostrar la presencia de funcionarios de primera línea del Gobierno nacional en esa ciudad santafesina.
Este miércoles el jefe de Gabinete, Agustín Rossi, y el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, viajarán a Rosario para poner en marcha el refuerzo de las fuerzas federales disponibles en esa ciudad, la participación del Ejército en tareas de urbanización de villas y el convenio para instalar una delegación de la Unidad de Información Financiera (UIF).El Presidente decidió anunciar en persona ese paquete de medidas luego de que familiares y amigos de Máximo Gérez, el niño de 12 años asesinado durante una balacera, atacaran un búnker de venta de drogas en una escena de furia y descontrol que se produjo ante las cámaras de televisión.
Ese episodio terminó de poner sobre la mesa el riesgo de que la crisis de Rosario, sobre la que ya venía advirtiendo el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, en medio de una relación cada vez más fría con el Presidente, escalara hasta un punto inmanejable para las autoridades políticas.
Violencia narco: las medidas para Rosario con las que Alberto Fernández sorprendió
“Entiendo que Rosario nos necesita. Sé que sus Fuerzas de Seguridad son insuficientes para afrontar la solución del problema”, subrayó Fernández durante el anuncio de las medidas que nadie hasta el momento esperaba. El mensaje del Presidente fue tan sorpresivo que ni siquiera la prensa acreditada en Casa Rosada fue informada previamente.
En primer lugar, Fernández anunció el “refuerzo de las Fuerzas Federales hasta alcanzar en esta etapa los 1.400 efectivos disponibles para la ciudad de Rosario”. Para encabezar la puesta en marcha de esa medida el mandatario envió a Aníbal Fernández.
En segundo lugar, dispuso que “el Ejército Argentino, a través de su Compañía de Ingenieros, participe en la urbanización de barrios populares, acelerando tareas pendientes de ejecución”.
Por otra parte, anticipó que Perotti firmará este miércoles con la UIF “el convenio para instalar una delegación, allí, en Rosario” con el fin de “tener una mayor eficiencia en la lucha contra el lavado de activos, derivados entre otras causas, del narcotráfico”.
También confirmó el Convenio de Colaboración y Cooperación Técnica del RENAPER que permitirá “validar las identidades a través del Sistema de Identificación Segura con rapidez y celeridad en operativos de seguridad” y la instalación de “600 cámaras de vigilancia con reconocimiento facial de última generación para la ciudad de Rosario”.
Además, Fernández indicó que “el sistema carcelario extremará la custodia contra los reclusos que han sido condenados y pretenden desde la misma cárcel seguir controlando sus objetivos criminales”.
Con el anuncio sorpresivo, Fernández buscó recuperar la iniciativa del Gobierno ante un problema cada vez más grave que además de despertar las previsibles críticas de la oposición había empezado a afectar a su propio espacio político. De hecho, el diuputado Roberto Mirabella, hombre de Perotti, casi abandona el bloque oficialista a fines del año pasado.
La decisión puede haber tenido un efecto inicial. Tras el anuncio del Presidente, Perotti calificó las medidas como “un cambio importante”. El gobernador de Santa Fe contó que habló con el jefe de Estado y esperaba “una lectura diferente a la anterior con respecto a la presencia de fuerzas federales y un involucramiento mucho más activo de la Nación”.
“Cuando el Presidente en los últimos días dijo que ‘algo más habrá que hacer’, sentimos que se abría una alternativa de interpretar lo que Rosario, lo que la provincia de Santa Fe necesita en este momento. En esa línea he leído las declaraciones del Presidente”, expresó Perotti.
En la oposición hubo críticas, en particular a la decisión del Gobierno de enviar al Ejército a realizar tareas de urbanización, pero también se advirtió que Fernández ensayó una respuesta más contundente que la que había dado hasta ahora.
Así quedó en evidencia con la reacción de Bullrich, quien señaló que “costó, pero reconocieron el problema” y seguidamente subrayó, en línea con su discurso político, que “la solución no tiene que ser tibia” y que “en Rosario se precisan fuerzas federales y el Ejército para impedir la libre circulación de narcos y sicarios”.