En papel o electrónicos, sencillos o complejos, grandes o pequeños, de ficción, históricos o técnicos, cada libro tiene su encanto.
El Día del Libro se celebra en la Argentina el 15 de junio desde 1908, cuando el Consejo Federal de Mujeres entregó los premios de su concurso literario y comenzó un festejo anual. En 1924, el presidente Marcelo Torcuato de Alvear declaró la fecha como “Fiesta del Libro”.
El primer libro impreso se remonta a la creación de la imprenta de madera, lo que sucedió en China durante el siglo VI. Una de las publicaciones más antiguas que se conserva es el Sutra del Diamante, del año 868, impreso en seis hojas gigantes con un bloque de madera con caracteres esculpidos en relieve que se bañaban en tinta.
El Día del Libro, en el resto del mundo, se celebra el 23 de abril. La fecha fue elegida porque casualmente en ese día del año 1616 fallecieron dos grandes escritores de la literatura universal: el inglés William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, nacido en el actual territorio de Perú. Mientras un tercero, el español Miguel de Cervantes, murió el 22 de abril de ese mismo año.
El 23 de abril fue elegido de manera simbólica ya que, según afirma la resolución de la Unesco, también nacieron en esa fecha otros importantes autores. Por ejemplo, el francés Maurice Druon, el colombiano Manuel Mejía Vallejo, el islandés Halldór Laxness y el ruso Vladimir Nabokov. Y además murió ese día el escritor y periodista español Josep Pla.
Tanto en nuestro país como en el resto del mundo, las dos fechas elegidas para recordar el Día del Libro buscan incentivar la lectura de libros, objeto maravilloso que nunca pierde vigencia, tanto en niños como en jóvenes y adultos. En el mismo sentido, también las celebraciones aspiran a difundir e impulsar la publicación de libros.