Los sistemas electorales, incluso en países desarrollados, parecen ajenos a los avances tecnológicos de las últimas décadas. El caso emblemático del voto electrónico en India y blockchain como posible solución para votaciones “a distancia”
Desde hace ya varias décadas, cada dos años, el ritual se mantiene inalterable. El ciudadano busca unos días antes la mesa donde votará. El domingo de la elección se acerca con su documento de identidad al colegio designado, hace la fila, se presenta ante las autoridades de mesa e ingresa al cuarto oscuro. Está solo, rodeado de cientos de boletas de distintos colores e imágenes, que representan a cada uno de los candidatos. Elige una y, por fin, pone el sobre dentro de la urna. Después tendrá que esperar algunas horas, casi siempre hasta entrado el día siguiente, para conocer los resultados de la elección.
Alrededor el mundo cambia, la tecnología evoluciona día a día, pero el proceso electoral, incluso en muchos países desarrollados, es igual de analógico que siempre. ¿A qué se debe? ¿No hay margen para modernizar el proceso, hacerlo más ágil y seguro? ¿Seguiremos usando por siempre las boletas en papel y el recuento será voto a voto? Más aún, ¿se podrá votar desde casa algún día?
Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que se desarrollaron ayer tuvieron una excepción de carácter tecnológico: la inclusión de la boleta electrónica en la Ciudad de Buenos Aires para elegir jefe de Gobierno, legisladores y comuneros. Justamente en el distrito porteño, la tecnología, en lugar de acelerar el proceso, lo ralentizó. En las escuelas se registraron demoras y hubo largas filas para emitir el voto.
Después de cada elección, sobre todo de aquellas que implican demoras prolongadas, sobrevuela la inquietud por cambios en la forma en la que emitimos el voto. La tecnología avanza a paso redoblado, pero los sistemas electorales se mueven a un ritmo cansino. Una de las quimeras recurrentes, más con el avance de tecnologías como blockchain, es la de si algún día podremos validar la identidad y votar desde la comodidad del hogar.
Más allá de la tecnología elegida, agregó, el problema radica en cómo se aplica. “Si tenemos el mejor sistema, con los últimos desarrollos tecnológicos y todos los ‘chiches’, pero es un software cerrado, que no permite auditorías abiertas a todo aquel que quiera auditarlo, entonces es un sistema que no trae mucha confianza. Creo que la mejor forma de pensar el tema es como una infraestructura pública”, planteó.
Ahora, para elecciones presidenciales o legislativas como las de ayer, parece muy lejano. “Todavía tenemos gran parte de los trámites al ciudadano en papel, por lo que no serviría de mucho votar desde casa cada dos años pero tener que acercarse a una oficina pública a hacer un trámite a diario”, señaló Jolías. “Para votar desde casa se necesitarían infraestructuras públicas de identidad digital, confiables y seguras. Y hoy eso está lejos”.