La celebración en todos los países gira en torno a la figura del Rey de Francia Luis IX, un hombre que dejó su marca en el siglo XIII.
Cada 25 de agosto se celebra de manera mundial el Día del Peluquero en conmemoración al Rey Luis IX, quien fue una figura simbólica para su época al designar a su peluquero como “hombre libre” y al elevar, de esta manera, su jerarquía social.
En el sigo XIII, en Europa, trabajar en el área de la peluquería no tenía el mismo reconocimiento que los demás profesionales. De hecho, el oficio era de estatus plebeyo y solo se ejercía para la nobleza que, sobre en todo en Francia, utilizaba pelucas y no cabello natural. Con el accionar del Rey, se le otorgó un nuevo prestigio al oficio que, hasta el momento, solo se ocupaba de cuidar el pelo falso de los más prestigiosos burgueses.
Sin embargo, en Argentina se le agregó una razón por la cual festejar: el peluquero y director de teatro, Domingo Guillén, organizó el festejo en el teatro Coliseo al que fue una gran cantidad de profesionales en 1877.
Dicha organización incentivó a que se creara la Sociedad de Barberos y Peluqueros, más precisamente desde la ciudad bonaerense de Pergamino. En este sentido, el tiempo llevó a que en 1940 se designara de forma oficial al 25 de agosto como el Día del Peluquero durante el Congreso Nacional de Peluqueros, el cual fue convocado por la ex Federación Argentina.