El artista se encuentra en la Argentina presentado su álbum “La canción de nuestra vida”. En una charla con La Viola, el cantante brindó detalles sobre sus flamantes canciones, su interés por la música nacional, y sus próximas presentaciones.
Ismael Serrano, tiene una relación muy fuerte con la Argentina. El cantautor español disfruta el tiempo que pasa en el país y también de nuestra cultura, en especial el costado musical. Como presentación de su nuevo disco, La canción de nuestra vida, el artista despliega un espectáculo lleno de poesía y en donde invita al público a disfrutar de sus flamantes temas, más un repaso por su importante carrera.
Ismael se encuentra de gira por el país, pasando por los escenarios de distintas ciudades, y con tres presentaciones en el Teatro Ópera, el 27, 28 y 29 de octubre. La canción de nuestra vida gira en torno del tiempo y celebra el presente, a pesar de las incertidumbres.
“Creo que ‘La canción de nuestra vida’, tanto el tema como el disco, responden a un empeño por tratar de reconciliarme con el paso del tiempo. Lo que trata de decir el tema y el álbum es que está en permanente construcción y le quedan muchas estrofas por añadir”, describió el artista en una entrevista con La Viola.
Y agregó sobre la obra: “Creo que cuando uno es joven piensa que el paso del tiempo conlleva una renuncia permanente y según crecés te vas dando cuenta de que, lejos de ser así, el paso del tiempo te permite la oportunidad de vivir cosas maravillosas. Te permite tener experiencias que conforman finalmente el relato de tu vida. Y siguen pasando cosas. Con el tiempo seguís sin perder la capacidad para sorprenderte. Este disco pretende celebrar eso: el tiempo que nos toca vivir”.
“Hay un ejercicio de reivindicación de uno mismo, de reivindicación del lugar que ocupa, de un ejercicio de autoestima para reivindicarse. Yo creo que fundamentalmente de eso habla este trabajo, de celebrar lo que uno es y el momento que te toca vivir”, concluyó sobre sus nuevas composiciones.
–¿Cómo te llevás con el pasado?
-Me llevo bien en el sentido de que fui educado en la cultura de la memoria, entonces tengo muy claro de dónde vengo, cuál es mi origen, con quién tengo mis deudas, mis orígenes familiares y el barrio en el que crecí. Haciendo repaso de todo lo que he caminado, creo que he sido coherente. Tengo miedo, arrastro mis contradicciones y demás. Hay cosas de las que me arrepiento. Hay que huir de la persona que te dice que no se arrepiente de nada. Primero porque te está mintiendo y luego es un inconsciente, un desconsiderado absoluto.
Yo sí me arrepiento de algunas cosas, pero en general, creo que soy un tipo coherente y que siempre traté de ser fiel a mí mismo y sobre todo a ciertos principios. Así que me llevo bien. Pero tengo un conflicto con el paso del tiempo en el sentido de que la nostalgia es algo que se cultiva en las canciones, pero también tiene un componente reaccionario. Es decir, pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor es algo triste y por eso siempre en cada canción hay un empeño por abrir una ventana a la esperanza del futuro. A pesar de que eso uno tiene memoria, soy consciente de que lo mejor puede estar por venir, que uno tiene que seguir pensando eso, que tiene que seguir haciendo planes y con el propósito de cumplirlos.
-¿Cuál fue la primera canción que apareció de este proyecto?
-Hay veces que cuando hay que poner el título de un trabajo tiene que por ahí abarcar todo el concepto de la obra. Pienso de manera muy conceptual el disco. “La canción de nuestra vida” no fue la primera canción, aunque era un concepto que tenía claro y que arrastraba desde hacía tiempo. Tenía claro los temas de los que iba a hablar, pero creo que la primera canción que escribí fue “Esta no es una canción de desamor”.
Siento que la canción que le dio nombre al disco me costó componerla. No fue un tema casual. Tuvo que ver con el resultado de un proceso porque sentía que era exigente de alguna manera, uno a través de esa canción, también pretende no ya solo resumir una vida, sino también agradecer a toda la gente que me ha acompañado desde el principio.
No se trata de hablar solo de mí, sino de toda esa gente que compartió conmigo un tramo de la vida. Hay un cierto paralelismo. Quizá no hemos vivido las mismas cosas, pero sí de manera paralela. Nos enamoramos, nos han roto el corazón, hemos tenido hijos o no, pero seguimos en el viaje. También despedimos gente, quemamos noches y luego las resacas nos cuestan ahora mucho más que entonces. Sentía una responsabilidad con respecto a esta canción, con lo cual yo creo que ha sido de las de las últimas, aun cuando sobrevolaba desde el principio.
A veces es verdad que es difícil reencontrarse con el pasado, no ya solo porque te toca visitar lugares difíciles, sino porque tienes la certeza de que son, de que es pasado, de que no van a volver, no de los errores cometidos. Por un lado te pesa el error, pero, por otro lado, también te pesa incluso la certeza de que no vas a volver a cometerlos ni aunque quieras. Es un río que te arrastra y por más que te resistas, hay mucho de eso en este disco de acomodarse al tiempo que te toca ir más allá de la resistencia que uno le pueda poner al paso al tiempo. En ese sentido hay una canción que se llama “Mi amo”. Me parece que tiene que ver también con los cuerpos no normativos, esa tiranía de los cuerpos normativos y demás, pero también tiene que ver con el paso del tiempo.
El tiempo -hay una canción que lleva dicho nombre en el disco- nos usurpa y no nos deja que lo empleemos en nuestro ocio, en nuestro esparcimiento y en ese sentimiento de culpa que arrastramos cada vez que le estamos robando, entre comillas, el tiempo al trabajo.
La versión de Ismael Serrano de un clásico de Fito Páez
-¿Cómo apareció la idea de versionar “Un vestido un amor”?
-Decidí sumarla fundamentalmente porque me gusta. Es una canción que me quería dar el gusto de cantarla y la hago a piano y voz porque da mucho gusto cantarla así, sin tanta sofisticación, ir a lo esencial y hacer una canción muy desde el sentimiento.
Me gusta muchísimo esa canción y quería hacer una versión muy acústica, porque el disco también va un poco en esa dirección, aunque tiene canciones más sofisticadas como “La canción de nuestra vida” o “Tiempo” o alguna otra. En general es un disco donde hay mucha guitarra, piano y voz. Yo creo que ese es un camino que tengo que seguir y que he abierto a través de canciones como esta versión. A mí me gusta mucho Fito. Estuve en uno de los conciertos que brindó de la gira aniversario de El amor después del amor, en España, y me encantó. Me apetecía darme el gusto de cantarla. Es tan sencillo como eso.