Las olas de calor son eventos prolongados en el tiempo con temperaturas excepcionales. A nivel internacional, no hay una definición común, varían dependiendo de cada país o cada institución, y no están definidas solo por lo que marcan los termómetros.
Sus definiciones varían de país a país e incluso entre instituciones. Para la Agencia Estatal de Meteorología de España (AEMET), las olas de calor son episodios de al menos tres días consecutivos, en los que como mínimo el 10 % de las estaciones meteorológicas de una región determinada registra temperaturas máximas por encima de un valor que también varía entre zonas. En este caso, este valor hace referencia a todo lo que supere el 95 % de las temperaturas máximas diarias de los meses de julio y agosto entre los años 1971 y 2000.
Los 40 °C de agosto fueron inusuales, pero no formaron parte de una ola de calor. Y es que estos eventos no solo se definen por lo que marcan los termómetros. En Argentina, por ejemplo, la definición del Servicio Meteorológico Nacional no es muy diferente. Para ellos, una ola de calor es un “período excesivamente cálido en el cual las temperaturas máximas y mínimas superan, por lo menos durante tres días consecutivos y de forma simultánea, ciertos valores que dependen de cada localidad”. Estos valores deben estar por encima del 90 % de todos los datos diarios registrados de octubre a marzo (semestre cálido en el hemisferio sur) entre 1961 y 2010.
Así, de estas dos definiciones se desprenden algunos rasgos comunes. Las olas de calor son eventos prolongados en el tiempo con temperaturas de valores excepcionales. La comparativa con los registros de un periodo muy amplio de tiempo de una zona concreta hace también que temperaturas que puedan ser normales en una región, puedan definir una ola de calor en otra. Claro que, para que se considere que una ola afecta a todo un país, debe cumplirse todavía una condición más.
“No basta con que haga calor un día, sino que las temperaturas máximas que registremos deberán estar entre el 5 % de máximas más cálidas registradas entre 1971 y 2000 durante tres días como mínimo. Tampoco vale que solo en un punto haga calor, sino que tiene que hacerlo en, al menos, el 10 % del territorio”, explica Isabel Moreno, física y meteoróloga encargada de la información del tiempo del programa ‘Aquí la Tierra‘, programa de Radio Televisión Española (RTVE). “Cuando dejan de cumplirse esas condiciones, termina la ola de calor”, asegura.
Aun así, no existe una definición estándar para qué es y qué no es una ola de calor. La Organización Meteorológica Mundial y la Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, han optado por un enfoque operacional y una definición bastante genérica y amplia. Para ambos organismos, una ola de calor es un periodo inusualmente caliente y seco o caliente y húmedo que se inicia y termina de forma abrupta, con una duración de por lo menos entre dos y tres días, con un impacto discernible en los seres humanos y los sistemas naturales.
¿Cuándo empieza y cuándo acaba una ola de calor?
La respuesta rápida es que depende. Al variar las definiciones, también varían los pronósticos y las alertas por ola de calor. “En España se determinan siempre en función de la definición fijada por la Agencia Estatal de Metereología (AEMET)”, señala Mar Gómez, física y meteoróloga y coordinadora del área de meteorología de la plataforma Eltiempo.es. “En el momento en que vemos que se cumple esto se decreta el inicio de la ola de calor. Y dura hasta el momento en que dejan de cumplirse las condiciones”.
Para anticiparse y poder mitigar los impactos de las olas de calor, los meteorólogos trabajan con pronósticos. Aun así, en ocasiones, al revisar los datos con posterioridad puede que se definan olas de calor que no se habían previsto o, al revés, que lo que se pensaba que sería una ola de calor al final no cumpla las condiciones.
“¿Y por qué tomamos como referencia el periodo de 1971 a 2000?”, se pregunta Isabel Moreno. “Las olas de calor tienen un impacto en la salud y a partir de ciertos umbrales de temperatura son peligrosas para los seres humanos. Como estamos observando que las temperaturas tienden a subir, si no tomáramos una referencia fija, el 5 % más cálido sería cada vez más alto. Es decir, si movemos el límite, habrá olas de calor que acaben por no notificarse y no se podría alertar a la sociedad”.
Las causas de las olas de calor y el cambio climático
Las olas de calor no son eventos nuevos. Hasta donde sabemos, siempre han ocurrido y siempre han estado provocadas por causas similares. “Las olas de calor responden a situaciones meteorológicas dominadas por la invasión de masas de aire muy cálido o bien por la permanencia durante mucho tiempo de una de estas masas de aire, la presencia de una dorsal o de un anticiclón en superficie”, explica Mar Gómez. Sin embargo, el cambio climático las está haciendo cada vez más frecuentes y extremas.
El caso reciente de Canadá es bastante evidente. Durante el verano, en el norte del continente americano se forma, a veces, una situación conocida como domo de calor. Según la administración atmosférica y oceánica de EE. UU. (NOAA, por sus siglas en inglés) se trata de un bloqueo anticiclónico persistente que provoca un gran embolsamiento de aire caliente que se queda atrapado y se recalienta por causa de las altas presiones. Esta situación, sin embargo, ha pasado de excepcional a habitual y, además, es cada vez más extrema.
En junio de 2021, un domo de calor inusualmente potente se situó sobre el oeste de Canadá. La ola de calor provocada mantuvo las temperaturas 20 °C por encima de lo habitual para esas fechas durante una semana. Como consecuencia, 619 personas fallecieron por culpa del calor extremo y los incendios prendieron con virulencia en el bosque boreal. El pueblo de Lytton, donde se registró una máxima de 49,6 °C, quedó calcinado por completo en apenas 24 horas.
“El cambio climático está haciendo que estos fenómenos sean más frecuentes, intensos y duraderos. Por ejemplo, olas de calor como la que hemos vivido en España son al menos cinco veces más probables que antes por causa del cambio climático”, concluye Mar Gómez. “Además, a nivel mundial, las olas de calor que se producían una vez cada 10 años en el clima de la época preindustrial se esperan ahora una vez cada 3,5 años debido al calentamiento global, según el último informe del IPCC”.