Se acercan las elecciones en Boca y en el oficialismo están preocupados por cómo podría afectar en las urnas la derrota en la final de la Copa Libertadores ante Fluminense. Mientras Juan Román Riquelme intenta lidiar con los problemas que perder la tan ansiada “séptima” le dejó puertas adentro, Mauricio Macri y su equipo se preparan para competir en las urnas. Estas dos figuras importantes para el xeneize están enemistadas no solo desde lo ideológico.
El 2 de diciembre, los socios de Boca tendrán que decidir quién queda al mando del club durante los próximos cuatro años. Por un lado, el ídolo de la casa, Juan Román Riquelme, quien hoy está a cargo de la secretaría de fútbol del club pero que acaba de perder una final más de Libertadores. Por otro, Mauricio Macri se postula para vicepresidente en la oposición, quien durante su presidencia en el club fue testigo de varios títulos nacionales e internacionales.
El 13 de diciembre de 1995, Mauricio Macri asumió la presidencia en Boca. Un año después, Juan Román Riquelme debutaría con los colores azul y oro y con el tiempo se convertiría en uno de los máximos ídolos de la institución. En 2007, tras vivir una época dorada al mando del club de sus amores, se apartó para dedicarse a la política. El paso del expresidente de la Nación no fue para nada malo, le dejó, entre otras estrellas, 4 Libertadores, 2 Sudamericanas y 2 Intercontinentales.
Macri cuenta que el futbolista “quería ganar más y Boca (sin discusiones ni tironeos) se lo aumentó al mismo nivel que el resto del equipo. Sin embargo, no sé porque extraña razón dijo públicamente que seguía cobrando el sueldo mínimo […] El periodismo, cada vez más incisivo y preciso en sus investigaciones, consiguió una fotocopia del recibo de sueldo de Riquelme, que hablaba muy claro: cinco mil cien pesos mensuales y no los mil quinientos que él insistía en declarar. Eso lo fastidió mucho y la situación se tornó muy tensa”.Tras ese episodio, las idas y vueltas no pararon y, según el exdirigente, el ídolo parecía nunca estar conforme con las propuestas de Boca.
“Propusimos duplicarle el contrato. No alcanzaba. Entonces, lo triplicamos. No alcanzaba. Quería ganar más que nadie. Como consideré que no había argumentos futbolísticos ni comerciales para que ganara más que Barros Schelotto o que Palermo, rechacé su pedido. A partir de ese momento dejó de hablar conmigo y ni siquiera me saludaba. Y después de cada gol empezó a hacer el famoso gesto del Topo Gigio”.