Cuando se llega a ciertos extremos, ya no es un hábito normal. Podríamos estar hablando de dermatofagia, un trastorno de salud mental que necesita tratamiento.
Morderse los labios es el lenguaje corporal universal para el anhelo, ya sea por otra persona o por una jugosa hamburguesa. Alternativamente, y de manera menos sensual, morderse los labios también puede indicar ansiedad, anticipación, aburrimiento o nervios. Y en casos extremos, cuando una persona se muerde el labio con tanta frecuencia que resulta en llagas e interfiere con su vida, incluso puede caer en la categoría de un “comportamiento repetitivo centrado en el cuerpo”.
“En general, morderse los labios es un hábito, como morderse las uñas, arrancarse el cabello o pellizcarse la piel, pero para que cumpla con los criterios para ser un trastorno, significa que tiene que causar algún deterioro y, por lo general, un deterioro en el funcionamiento”, explica Barbara O. Rothbaum, profesora de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory y miembro de la junta directiva de La Fundación TLC para Comportamientos Repetitivos Centrados en el Cuerpo.
Eso significa que el comportamiento hace que las personas se sientan cohibidas, heridas o ansiosas como para que les impida interactuar con los demás, ir a trabajar, hacer planes sociales o experimentar otras partes importantes de la vida.
“Probablemente, todo el mundo se ha mordido el labio por un hábito nervioso en algún momento”, señala Rothbaum.