Un equipo de científicos de la Universidad de Barcelona estudia uno de los ‘desbordamientos’ de agua fría más intensos del planeta.
uestro planeta aguarda fenómenos naturales realmente fascinantes. Y el agua es una de las fuerzas más poderosas de la naturaleza. Buena prueba de ello se localiza en el norte del océano Atlántico, concretamente, entre Islandia y Groenlandia. Y aunque lógicamente no se ve a simple vista sobre la superficie del mar, aquí se ‘sumerge’ la mayor cascada submarina del mundo, situada en el estrecho de Dinamarca.
Precisamente, durante el verano de 2023, un equipo dirigido por los investigadores David Amblàs y Anna Sanchez-Vidal, de la Universidad de Barcelona (UB), puso rumbo hacia el Atlántico norte para estudiar esta imponente cascada.
Según los expertos, tiene más de tres kilómetros de ‘altura’ y un caudal de agua fría y densa que supera los tres millones de metros cúbicos por segundo. Hasta ahora, se sabe que esta gigantesca corriente se genera en el Ártico, donde el agua superficial se enfría, gana densidad y se hunde. Luego se abre camino hacia latitudes más bajas, siguiendo la topografía del fondo marino.
El relieve submarino del estrecho de Dinamarca -que en pocos kilómetros pasa de 500 metros a más de 3.000 metros de profundidad- hace que esta corriente de fondo se acelere y se desborde en forma de cascada submarina hasta alcanzar las grandes hondonadas del norte del océano Atlántico.
Según los científicos, este intenso “desbordamiento” de agua juega un “papel decisivo” en la regulación del clima global, afectando directamente a la termohalina atlántica (o “cinta transportadora oceánica”), por lo que es clave para el funcionamiento de los ecosistemas de aguas profundas de la zona.
Un fenómeno natural que, además, es especialmente frecuente en el Ártico y en la Antártida. Y aunque ha sido ampliamente estudiado por la comunidad científica desde la perspectiva de la oceanografía física, existen aspectos clave que aún se desconocen y que están siendo abordados tras la campaña que se ha puesto en marcha recientemente.
De hecho, después de casi un mes de investigación, el crucero concluyó su misión con éxito. “Más de 22 días de investigación oceanográfica a bordo del buque Sarmiento de Gamboa (propiedad del CSIC) durante los cuales hemos desplegado 3 líneas de fondeo completamente equipadas, obtenido más de 600 muestras de agua para análisis geoquímicos y biológicos o recuperado 30 metros de muestras de sedimentos”, entre otras tareas, según han explicado los responsables del estudio.
Un fenómeno ya conocido en las costas catalanas
Ahora, estos científicos esperan obtener más datos sobre este espectacular flujo de agua. Y es que, las cascadas submarinas son uno de los fenómenos más intrigantes de la oceanografía moderna.
Y no solo eso, sino que, además, su impacto en los fondos marinos eran desconocidos hasta que se describieron por primera vez en el norte de las costas de Cataluña, en el Mediterráneo noroccidental, en un artículo científico de investigadores de la UB y publicado en la revista Nature (2006).
Después de aquellos trabajos, estos científicos probaron la investigación monitorizada —con líneas instrumentadas con trampas de sedimentos, correntímetros y sensores de temperatura— de las cascadas de agua densa tanto en el cañón del Cap de Creus como en diferentes áreas polares.
“Los polos son las regiones en las que se forman la mayor parte de masas de agua densa —generadas por la formación de hielo marino en superficie— que finalmente llegan hasta los fondos del océano global. Las zonas polares son como el corazón del sistema circulatorio oceánico: bombean agua fría y densa hacia las grandes hondonadas oceánicas a través de los latidos hechos por los desbordamientos de agua densa”, explica David Amblàs, uno de los responsables de la investigación.
El cambio climático en las cascadas submarinas
Al mismo tiempo, cada vez hay más indicios sobre los efectos del cambio global en estas colosales cataratas submarinas. “Un buen ejemplo lo tenemos en las costas catalanas, donde la disminución del número de días de tramontana en invierno en el golfo de León y norte de la costa catalana está causando un debilitamiento de este proceso oceanográfico, que es decisivo para regular el clima y tiene gran impacto en los ecosistemas profundos”, subraya Anna Sanchez-Vidal, investigadora del proyecto.
En las áreas polares, una mayor llegada de agua dulce y una menor formación de hielo marino también supondrá una reducción en el volumen de aguas densas que se desplazan hacia latitudes más bajas.
“Este proceso tiene varios efectos en la circulación oceánica global que preocupan a la comunidad científica, tal y como se recoge en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)”, añade la experta.
Por eso, durante la expedición, los investigadores han ido un paso más allá para ampliar el conocimiento sobre su comportamiento y las consecuencias que generan. “Los datos observacionales de ambas áreas marinas —una templada y otra polar—, se combinarán con un modelo numérico, que proporcionará por primera vez una cuantificación de la capacidad de las cascadas marinas para moldear el fondo marino”, detalla el equipo.
El proyecto, denominado FAR-DWO, también ha analizado la variabilidad de la cascada en respuesta a los cambios climáticos actuales y los pasados. Mediante observaciones históricas, la revisión de los modelos oceánicos y atmosféricos e indicadores sedimentológicos y geoquímicos en fragmentos de sedimento marino será posible reconstruir la evolución de estos procesos oceanográficos en distintos escenarios climáticos pasados”, concluyen los investigadores.