Producida por Netflix y basada en el cómic de Bryan Lee O’Malley (que ofició de coguionista) nos entrega una distopía de la historia original.
Scott Pilgrim, un joven de 23 años que toca el bajo en una banda de rock indie conoce un día a una chica llamada Ramona Flowers y se enamora de ella, pero para poder salir juntos, Scott debe derrotar a los siete “exes malvados” de Ramona. Esta es la historia que todos conocemos de la película de Edgar Wright de 2010… ¿Pero qué pasaría si…? Sean bienvenidos a esta distopía llamada Scott Pilgrim da el salto (Scott Pilgrim Takes Off, 2023).
What if… Scott
Esta serie animada de ocho episodios es una coproducción entre Estados Unidos y Japón, dirigida por Abel Góngora (barcelonés que se encargó de uno de los cortos animados de Star Wars: Visions). Está basada en el cómic creado por el canadiense Bryan Lee O’Malley, que aquí también metió su conocimiento de la franquicia como coguionista junto a BenDavid Grabinski. La serie original, que tuvo seis libros que se publicaron de 2004 a 2010, contaba la historia de Scott, Ramona y todo el grupo de personajes secundarios que se convirtió en un éxito por sus conexiones con la cultura pop y los videojuegos.
Esto llevó a que los estudios se interesaran por ella, tanto en el mundo de los cómics (donde se editó una versión a color, el original era en blanco y negro) como también en el cine donde se adaptó a una cinta llamada Scott Pilgrim vs. los ex de la chica de sus sueños (Scott Pilgrim vs. the World, 2010) que fue dirigida por el gigante de Edgar Wright.
Aquí se adaptaba la historia original, quitándole muchas historias secundarias y modificando el final levemente, pero se atenía bastante al material base. Entonces, cuando los rumores de una adaptación en formato serie animada se venían, todos creíamos que era una adaptación fiel al cómic original. Con la inclusión de todo el reparto de la película para las voces, todo se volvió más raro ¿era una forma de conectar con lo que, comercialmente, la gente ya conocía?
Bueno, no. La respuesta aparece una vez que vemos la serie: es una adaptación de la película live action, pero que en el segundo episodio cambia la historia tal como la conocemos, generando una suerte de nuevo branch de historia que podría compararse con series como Loki.
Una que conocemos todos…
En una movida extraña, el autor original decide no ver su obra fielmente adaptada sino jugar con sus figuras como un nene en solitario durante tardes aburridas y frescas en vacaciones. Mantienen el espíritu, pero los vemos evolucionar de otras maneras.
Todos los personajes de la saga de Scott Pilgrim están algo rotos. Ninguna relación es sana y esta historia pone sobre el tapete esto. Mientras que en la película se ve poco, en el cómic son recurrentes los flashbacks a momentos del pasado, donde entendemos por qué cada personaje hace lo que hace. Y esta es la base que usa el autor para cambiar las reglas, pero lo cierto es que si no leíste el cómic, esta es una experiencia totalmente diferente. Es un desafío para los ortodoxos y conservadores del material original.
No hay enfrentamiento entre los exes, no hay sorpresas, no hay productor musical manejando todo, incluso la mayoría de los protagonistas son otros (no porque sean otros personajes, sino porque se trata de versiones distorsionadas). Los únicos que se mantienen bastante fieles son Ramona y Scott, que son por derecho propio los grandes protagonistas de la serie… bah, en realidad ella, porque lo que sucede es que Matthew Patel (el primer ex novio) enfrenta al nuevo novio de Flowers y lo vence, entendiendo que nada cambia y rompiendo para siempre el sistema de exes. Desde allí, todo es viajes en el tiempo, robots extraños, personajes cambiando su sexualidad y mucha arbitrariedad.
Cambiar todo no es sinónimo de mejorar
Desde el apartado gráfico, Scott Pilgrim da el salto es fresca y divertida, pero bebe toda la búsqueda de lo conseguido por Edgar Wright, olvidando lo específico del cómic. Eso hace que todo quede algo remachado.
Eso sí, el factor voces presenta un star system digno de los grandes eventos con el regreso de Michael Cera, Mary Elizabeth Winstead, Satya Bhabha, Kieran Culkin, Chris Evans, Anna Kendrick, Brie Larson, Alison Pill, Aubrey Plaza, Brandon Routh, Jason Schwartzman, Johnny Simmons, Mark Webber, Mae Whitman y Ellen Wong. Algunos tienen mucha más participación que en la película original, mientras que otros apenas ofrecen un cameo (como es el caso de Anna Kendrick y Brie Larson, que terminan siendo testimoniales).
Algunas veces, la sincronización entre la animación y las voces se siente difusa, incluso peca de poca vida. Parecería, en algunos casos, haberse realizado en un par de horas y sin ganas.
Cuando la serie conecta más con el espíritu original es donde gana. Cuando se vuelve más infantil e ingenua y menos concentrada en imitar al trabajo de Wright. Pero son pocos los casos.
Experimentando
Lo que más se agradece es esa bocanada de aire fresco, pero hubiese sido mejor si primero hubiese existido una versión completa de la historia, así al armar una bifurcación multiversal todo hubiese calado más fuerte. La película del 2010, al querer meter todo en una hora cuarenta de material, termina cortando muchas ramas secundarias y son esas ramas las que hubiesen alimentado más el motor que configura una historia de este tipo. Sin embargo, la experimentación siempre es sana. Pero aquí se antoja algo arbitraria, con mucho cambio forzado por Netflix que se siente bastante panfletario y con chistes que uno imagina que vinieron de parte del creador original, pero luego de las experiencias de las secuelas de Star Wars. La nostalgia es un valor importante también. Pero esta obra aún es nueva y tuvo pocos materiales para configurarse como un corpus a poner en la bolsa del “eterno regreso”.
Scott Pilgrim da el salto se puede ver de una sentada, con cuatro horas de imágenes estridentes, música y un estudio sobre las relaciones tóxicas y de cómo tenemos que aprender a amarnos a nosotros mismos antes de salir a amar/lastimar a otros.