A veces los mensajes de los padres pueden resultar poco claros para los hijos. La búsqueda generalizada del éxito en las familias hace olvidar otros valores tanto o más importantes. Mirá cómo se puede equilibrar la balanza.
Hace nueve años, Richard Weissbourd, psicólogo de la Universidad de Harvard, advirtió un punto de desconexión. Las conversaciones que había mantenido con padres de las más diversas culturas indicaban que en la crianza de los hijos se le daba prioridad a la solidaridad y a la compasión por encima de otras virtudes como lograr el éxito. Sin embargo, era otro el mensaje que Weissbourd escuchaba por parte de los propios hijos. “Muchos realmente no estaban enfocados en el bien común hacia otras personas”, dice.
Después de reunir datos en forma exhaustiva durante casi una década, Weissbourd y sus colegas descubrieron que más allá de las prioridades que dicen tener los padres, la mayoría de los niños no capta el mensaje. En la encuesta grupal realizada en Harvard en la que participaron más de 10.000 jóvenes estadounidenses de primaria y secundaria, aproximadamente el 80 % afirmó que sus padres estaban más preocupados por alcanzar el éxito o la felicidad que por la solidaridad. Por suerte, los expertos sostienen que no es difícil cultivar la solidaridad tanto en uno mismo como en los demás. Mirá cómo.
Cambiar el foco de la conversación
Alentar a los hijos a lograr buenas notas es prácticamente parte del ADN de todos los padres y cuesta creer que animarlos a perseguir su propia felicidad pueda ser un error. “Todo lo que buscamos son logros y felicidad”, afirma Weissbourd. “Solo me preocupa la falta de equilibrio”. Intentá decirle a tus hijos que si bien un boletín brillante te llena de alegría, te sentís aun más feliz al saber que han hecho algo bueno por alguien.
Valorar los pequeños compromisos
La solidaridad y la amabilidad deben estar presentes en la vida familiar, los niños deben ayudar a poner la mesa y colaborar con la limpieza de los platos. “No es necesario felicitarlos por esas cosas”, sostiene Weissbourd. Sin embargo, una respuesta adecuada, como elogiar una buena acción no habitual, puede tener una influencia muy significativa. En lugar de agradecer a tu hija adolescente por cuidar a su hermano pequeño, decile que estás orgulloso de ver que se preocupa por ser amigable con un estudiante solitario en la escuela.
“Las investigaciones demuestran que cuando decimos a los hijos algo sobre su carácter, por ejemplo que hacen determinado acto porque son personas amables y así es como los vemos, es mucho más probable que eso se convierta en parte de su identidad”, afirma Kimberly Schonert-Reichl, especialista en psicología del desarrollo de la Universidad de British Columbia.
Y también los más grandes
Puede parecer obvio, pero distintos estudios han demostrado que aquellos padres que fomentan una conducta prosocial posiblemente críen niños con los mismos valores positivos. “Las familias que ayudan a personas necesitadas, preparan cenas de Navidad para aquellos sin hogar o llevan a cabo cualquier actividad de compromiso social, ayudan a los niños a aprender a preocuparse por otros”, afirma Joan Grusec, profesora emérita de psicología de la Universidad de Toronto. Si dedicamos tiempo a actividades solidarias, nuestros hijos también lo harán.
Seguimiento
Pedir una segunda opinión ayuda a evaluar si los métodos empleados están funcionando. “Muchos asisten a reuniones de padres, pero todas sus conversaciones giran en torno a logros académicos. Habitualmente, el docente no dice nada acerca de si el niño es buen ciudadano, buena persona, si es justo o íntegro”, comenta Weissbourd. Los padres deben preguntar; los docentes deben hablar sobre estos aspectos, se les consulte o no.
Lograr resultados
Y solo en caso de que a esa perturbadora voz interior le preocupe que baje el rendimiento de tus hijos o su felicidad personal si priorizan a otros, poner el acento en la amabilidad generalmente ayuda a mejorar ambas esferas. En la investigación de Schonert-Reichl se puede ver cómo aquellos niños a los que se indicó llevar a cabo tres actos de generosidad por semana mostraron un aumento en el nivel de aceptación de sus pares, un aspecto íntimamente vinculado tanto con la felicidad como con el rendimiento académico. Las investigaciones demuestran que la interacción positiva con pares es un elemento muy significativo para predecir el éxito profesional, en parte debido a que las interrelaciones y el trabajo colaborativo desempeñan un papel esencial en el desarrollo de carrera.
Lo que es más sorprendente aún es que investigaciones demuestran que el trabajo voluntario se asocia con numerosos beneficios para la salud, entre ellos, reducción de la depresión, hipertensión y riesgo cardiovascular.
Para la mayoría de los niños, nunca es demasiado tarde ni demasiado temprano para comenzar a alentar estas conductas. Estudios realizados en el Centro Cognitivo Infantil de la Universidad de Yale indican que los niños pueden diferenciar el bien del mal, y que aún los niños menores de dos años tienen la capacidad necesaria para manifestar altruismo. Los adolescentes tienen un sentido muy desarrollado de la injusticia que puede ser encausado para hacer el bien, sostiene Weissbourd. “Lo que estamos diciendo es que sí es posible tener éxito, ser feliz y ser solidario al mismo tiempo”.