Los rompecabezas no solo son divertidos, también pueden aliviar el estrés, en especial cuando se arman en compañía.
Mientras compraba los obsequios de Navidad en 2018, me di un gustito y me regalé un rompecabezas. Era inusual que yo comprara algo así pero ahora me doy cuenta de que era un intento para lidiar con ese singular estrés que muchos de nosotros experimentamos durante estas fiestas. No me malentiendan: me encanta ver a mi familia. Pero las reuniones por las festividades, tienen el raro efecto de resaltar los defectos personales. Así que sentía que todo lo que podría necesitar para distraerme era este rompecabezas de un vivaz color rosa. Además, costaba 20 dólares, me pareció que el precio era bueno. ¿Por qué no?
Tan pronto como comencé a armar mi rompecabezas, supe que había encontrado exactamente lo que estaba buscando. En lugar de mi atracón nocturno de Netflix, estaba separando cada una de sus 1.000 piezas ya entrada la madrugada. Lo terminé en solo un par de días y me sentí poseída por esa tranquilizante acción metódica, casi como si me hubiesen hipnotizado o hubiese pasado horas meditando.
Robyn Breen, instructora de baile de Toronto, conoce esa sensación. Hace algunos años en una reunión familiar, Breen fue introducida de nueva cuenta en el mundo de los rompecabezas y se enamoró de sus efectos calmantes.
“Pensé, guau, me siento muy bien cuando estoy haciendo esto”, cuenta ella. Breen sufre de ansiedad, así que cuando estaba teniendo pensamientos inquietantes sobre un viaje a Nicaragua, acudió a los rompecabezas en vez de tomar medicamentos y funcionó. Desde entonces, esta actividad se convirtió en una parte de su rutina diaria.
Susan Vandermorris es neuropsicóloga clínica en Baycrest Health Sciences de Toronto, líder mundial en salud cerebral. Ella nos comenta que cualquier tipo de juego mental es bueno para el cerebro y señala los beneficios tranquilizantes de los rompecabezas. “Cuando uno está armando un rompecabezas está desconectado e inmerso en una tarea que lo envuelve, lejos de las interrupciones y el estrés de la vida cotidiana”, nos dice. “Y por supuesto, eso es bueno para el cerebro”.
¿Cómo puede relajarse?
Vandermorris cree que armar rompecabezas con otras personas trae aún más beneficios para la salud que hacerlo solo, además de que esto proporciona una oportunidad excepcional para propiciar una relación entre generaciones. “Haga que los adolescentes dejen los teléfonos celulares y armen un rompecabezas con su abuela, y de repente verá que hay una bonita interacción familiar que, hoy en día, parece más y más difícil de alcanzar”.
Ciertamente, para Jack Brait era interactuar con otros. Este joven de 23 años, de Marshfield, tiene autismo, y los rompecabezas comenzaron a gustarle cuando era un niño porque “le permitían descansar de las exigencias de relacionarse con otros”, dice su mamá, Michele Brait, quien pronto se dio cuenta de que su hijo tenía una habilidad extraordinaria. “Podía completar un rompecabezas de 1.000 piezas en una sentada”, cuenta ella.
Cuando Jack creció, también lo hizo su talento para armar rompecabezas, y los beneficios de dicha actividad. En 2014, mientras aún estudiaba en la secundaria, terminó uno de 32.256 piezas (en ese entonces era el más grande del mundo) y fue admitido en el Salón de la Fama del Puzzle Más Grande del Mundo de Ravensburger. Tres años después, conquistó otro gigante, esta vez de 40.320 piezas. El año pasado, terminó uno de 52.110 piezas.
Jack completó estos rompecabezas solo, pero lo que solía ser un escape para no socializar, llevó a que hacerlo ahora sea más sencillo. Sus obras llaman la atención de muchos y él está más que dispuesto a compartir los reflectores. “Cuando terminé mi primer rompecabezas, invité a mis amigos y familiares”, relata. “Disfruto haciéndolos con otras personas a mi alrededor”. Pero lo mejor es cuando una de sus obras es expuesta, ya que a Jack le gusta donar su trabajo. Eso lo hace sentir “increíblemente orgulloso y feliz”, comenta.