En estos casos las fiestas de fin de año pueden ser un verdadero desafío, sin embargo es posible superar los obstáculos. La planificación, la flexibilidad y la comprensión mutua son claves para asegurar que todos, especialmente los niños, disfruten sin preocupaciones.
Las distintas formas de constitución familiar (familias ensambladas, monoma/parentales, maternidad y paternidad decidida y madrastras y padrastros que asumen los roles de cuidado, donde lo binario ya no es la condición básica para construir una familia son la nueva forma de alojo y cuidado de las infancias.
Cuando yo conocí a mi actual marido, él tenía un hijo pequeño y yo dos. Recién se comenzaba a conceptualizar el fenómeno que existió desde siempre: las familias ensambladas. Quizá en aquella época teníamos más información dentro de los ámbitos académicos pero no el círculo social.
Recuerdo que yo me inscribí en uno de los primeros cursos que se dieron sobre la materia en Argentina para intentar hacerlo bien. Nos preguntamos: ¿cómo se ensambla una familia? y ¿cómo hacerlo bien?
Lo cierto es que hoy, cuando hay más conocimiento todavía, algunos estereotipos y mandatos obsoletos siguen confundiendo sobre todo a los más chiquitos de la familia y es en las fiestas donde todo parece más difícil. Desde donde van a pasarlas, los regalos y hasta cuánto quieren a la madrastra o al padrastro son algunos de los planteos.
Las decisiones sobre dónde y cómo celebrar la Navidad en familias ensambladas pueden ser complicadas. Para lograr un encuentro feliz para todos se requiere comprensión y comunicación efectiva, priorizando el deseo de los niños.
Se han ido separando qué son los lazos de consanguinidad y los conyugales (o lazos de parentesco y de alianza). Si bien, el ser llamado hijo o hija, madre o padre, abuelos, etc., depende de la relación de alianza o conyugal, da lugar a otras formas de organización familiar y del cuidado de los hijos.
Las familias ensambladas pueden provenir de las siguientes situaciones:
– Familias provenientes de un divorcio, en la cual uno de los cónyuges tiene hijos previos.
– Familias provenientes de un divorcio, en la cual los dos cónyuges tienen hijos previos.
– Madres o padres que decidieron mapaternar sin compañía pero luego eligen una pareja y comienzan a criar juntos.
Madres o padres que se quedaron a cargo de la crianza por diversas contingencias y abandono del otro progenitor, la mayoría hogares monomarentales y deciden formar una nueva familia.
Los niños pueden sentirse divididos entre su lealtad hacia sus padres biológicos y la relación con los nuevos miembros de la familia
La familia ensamblada más antigua, la de los cuentos de hadas que erigieron como significante negativo las funciones de madrastra y padrastro, es la que proviene de la muerte de uno de los cónyuges. El padre viudo o la madre viuda se vuelve a emparejar y aparece la figura con el sino de la maldad, construida en años de literatura en contra de ella.
Algunas veces se producen reyertas entre los adultos, como si los niños y niñas pertenecieran a algunos de los progenitores o si fueran más parte de un equipo que de otro. Por suerte, cada vez existe más educación emocional y perspectiva en infancia y se comienza a conocer los daños que puede producir sobre la subjetividad infantil alguna frase envenenada y resentida hasta la obstaculización del encuentro, con el otro progenitor, sin causa que lo amerite.
Los impactos psicológicos
Los niños y niñas en familias ensambladas pueden experimentar una variedad de impactos psicológicos debido a los cambios y ajustes que enfrentan:
– Adaptación a la nueva estructura familiar: puede llevar tiempo para que los niños se acostumbren a la presencia de nuevos hermanastros, padrastros o madrastras. Pueden sentir confusión, resistencia o incluso resentimiento.
Madrastras y padrastros asumen roles de cuidado en las festividades, y deben trabajar para fortalecer los lazos familiares y asegurar una celebración feliz
– Lealtades divididas: los niños pueden sentirse divididos entre su lealtad hacia sus padres biológicos y la relación con los nuevos miembros de la familia. Esto puede generar conflictos emocionales y hasta dilemas éticos.
– Los cambios en la dinámica familiar pueden generar estrés, ansiedad o incluso estados depresivos en algunos niños. Por ello necesitan tiempo para adaptarse y sentirse cómodos en esta nueva forma de vivir.
– Establecer vínculos con los nuevos miembros de la familia puede ser desafiante. Los niños pueden tener dificultades para desarrollar relaciones positivas con padrastros, madrastras o hermanastros.
– También pueden sentirse confundidos sobre sus roles en esta nueva familia. La comunicación abierta y la claridad en cuanto a las expectativas pueden ayudar a mitigar esta confusión.
– Pueden surgir sentimientos de culpa por querer pasar tiempo con un padre biológico ausente o por querer establecer una relación con los nuevos miembros de la familia.
Puede ser que el niño se resista a compartir su verdadero deseo por miedo de lastimar a alguien con su decisión (Imagen Ilustrativa Infobae)
Es crucial que los adultos ante estas situaciones sean comprensivos, pacientes y brinden apoyo emocional a los niños durante este proceso de ajuste. La terapia familiar puede ser beneficiosa para abordar estos problemas y ayudar a todos los miembros de la familia a comprender y manejar mejor las emociones asociadas con la transición hacia una familia ensamblada.
En las separaciones es frecuente observar que muchas veces los niños y niñas quedan más a expensas de cada progenitor, ligado a su propia familia de origen y a sus costumbres, que a la relación de pareja con la que tuvieron el hijo o los hijos, como si se olvidara dónde nació el deseo paternar y maternar.
En todos los festejos, cumpleaños, actos y egresos escolares, fiestas de fin de año, los adultos deben ponerse de acuerdo para organizarlas y allí suelen aparecer las rispideces: desde el dinero para pagar tal o cual actividad hasta quiénes se sientan a la mesa con el hijo o hija.
Las fiestas pueden ser desafiantes para las familias ensambladas, ya que pueden surgir tensiones sobre dónde pasarán los niños estas fechas especiales. Y sé que no va gustar leer mi consejo pero en estos casos lo saludable para todos, y especialmente para los niños y niñas, es preguntarles qué desean hacer, cómo y con quién desearían pasar las fiestas, aunque la respuesta hiera de alguna forma nuestros sentimientos.
La construcción de espacios sin conflictos, seguros y de comprensión es crucial para que los niños en familias ensambladas expresen sus deseos y preocupaciones durante las fiestas (Getty Images)
Puede ser que el niño se resista a compartir su verdadero deseo por miedo de lastimar a alguien con su decisión, por ello la construcción de espacios seguros para conversar sobre ello es fundamental.
En situaciones ideales son los adultos quienes pueden proveer entornos seguros sobre todo para los más chiquitos y la decisión está sometida a sus necesidades. Un bebé que está acostumbrado a dormir más en casa de mamá que en otra deberá pasar las fiestas en su casa segura y pasear un ratito o ser visitado por el papá en su propio hogar, por dar un ejemplo.
Recomendaciones
Aquí hay algunas sugerencias que he logrado construir desde mi propia experiencia y de la clínica con niños y niñas de familias ensambladas. Aunque algunas son una verdad de Perogrullo puedo asegurar que ayudan para prevenir conflictos y hacer que estas celebraciones sean lo más lindas posibles:
– Planificación: hablar con todos los miembros de la familia con anticipación para establecer planes para las fiestas, evitar conflictos de último momento.
Celebrar la Navidad en una familia ensamblada puede incluir nuevos rituales y tradiciones que reflejen la diversidad y la singularidad de la familia (Imagen ilustrativa Infobae)
– Establecer acuerdos claros sobre cómo se dividirán los días, rotar los años o buscar soluciones creativas para que todos se sientan incluidos y satisfechos, especialmente los niños por más pequeñitos que sean.
– Mantenerse flexible y estar dispuesto a hacer ajustes según las necesidades de todos, especialmente de los niños, no solo puede reducir el estrés sino que proporciona un espacio seguro para conversar.
– Intentar encontrar un equilibrio para que los niños pasen tiempo con ambas familias en días festivos diferentes, si es posible, para que no se sientan excluidos de ninguna de ellas, pero siempre respetar su decisión.
– Priorizar a los niños: considerar sus necesidades emocionales y trata de crear un ambiente donde se sientan amados, apoyados y escuchados, independientemente del lugar y con quién celebren.
Las familias ensambladas afrontan la Navidad con un equilibrio entre mantener tradiciones y crear nuevas formas de celebrar juntos, centradas en el amor y la aceptación (Imagen Ilustrativa Infobae)
– Explicar a los niños cómo se estructuran las fiestas, lo que tenemos pensado, mostrando empatía, explicando los motivos detrás de las decisiones tomadas por los adultos, y escuchar lo que tengan para decir sobre ello.
Se puede considerar la posibilidad de organizar una celebración conjunta donde ambas familias puedan estar presentes. Esto puede ayudar a crear un ambiente de unidad y evitar tensiones, solo si es genuino. No sirve de otra manera si se hace de manera forzada.
Lo divertido de las fiestas para los niños es estar en familia, jugar y recibir los regalos, hacer hincapié en estos aspectos crea un clima positivo para los niños, independientemente de dónde y con quién la pasen. Desde escribir la carta a Papá Noel, hasta ver películas sobre las fiestas o preparar juegos para esa noche son acciones que pueden acortar distancias.
Es importante la disponibilidad para escuchar a los niños y niñas si tienen preocupaciones o sentimientos encontrados sobre las festividades, brindándoles apoyo emocional y espacio para expresarse.
La clave radica en la comunicación, la comprensión mutua y el enfoque en el bienestar de los niños y niñas, para hacer que estas fiestas sean lo más lindas posible para todos los miembros de la familia.