¡Conocí a Papá Noel y lo vi!
1. El año pasado, cuando nuestra bisnieta Kylie fue a ver a Papá Noel, se aseguró de
darle su lista de juguetes. Una semana después se encontró con otro Papá Noel en un centro comercial, que se detuvo a preguntarle qué quería para Navidad. Kylie se horrorizó y le hizo saber: “Si no puedes recordar lo que te dije la semana pasada, ¿cómo vas a acordarte en Navidad?” M. L
2. Una Nochebuena, alguien tocó a la puerta. Era Papá Noel, ¡con traje rojo y barba blanca! Mis padres lo invitaron a entrar, y él se puso a posar en fotos con nosotros y comerse nuestras galletitas. Después de un rato, nos deseó a todos una feliz Navidad y se fue. Cuando la puerta se cerró detrás de él, nos miramos y preguntamos: “¿Quién pidió un Papá Noel?” Hasta el día de hoy, no tenemos idea de quién era ese hombre. K. B.
3. Hace años, ahogado en responsabilidades, me quedé sin espíritu navideño. Un día, me detuve en un semáforo en rojo. Mientras revisaba mi larga lista de enojosas tareas, un auto destartalado se detuvo a mi lado. Al volante estaba Papá Noel, cantando “Sweet Caroline” de Neil Diamond. El hombre estaba feliz de la vida. Al darse cuenta de que tenía público, se volvió, me miró directamente a los ojos y gritó: “¡Feliz Navidad!” Al marcharse, su entusiasmo me animó y oficialmente inició mi temporada navideña. T. W.
4. Mi hijo Mike y yo íbamos al centro comercial y pasamos junto a un Papá Noel del
Ejército de Salvación que tocaba una campana. “Mike —dije—, ¡ahí está Papá Noel!” Él negó con la cabeza. “Es solo un hombre disfrazado”, dijo. Me entristeció pensar que tal vez mi hijo ya no creía en Papá Noel y manejamos el resto del camino en silencio. En el shopping, vimos a otro Papá Noel saludando a los jóvenes creyentes. De pronto, Mike corrió hacia él. Volviéndose hacia mí, gritó: “¡Este sí es el verdadero Papá Noel!” M.F.
5. Una amiga me pidió que me disfrazara de Papá Noel para sorprender a su hijo. Fui a
su casa, me puse el traje en el baño y, para deleite del niño, salí con un fuerte “¡Jo, jo, jo!” Media hora después, regresé al baño. Me puse mi ropa normal y salí. El chico entró tras de mí. Miró a su alrededor buscando a Papá Noel. Luego, llegando a la única conclusión posible, levantó el asiento del inodoro y gritó: “¡Adiós, Papá Noel!” B.L
6. Había sido un año difícil para mí, un padre soltero con dos hijas pequeñas; estaba
sin trabajo y sin dinero. Así que dije a las niñas: “Parece que nuestro regalo de Papá Noel será nuestro amor mutuo”. Entonces ocurrió un milagro. Gané 1.000 dólares en un concurso. Lo mantuve en secreto; salí de compras y pasé la Nochebuena envolviendo regalos para mis hijas, todo el tiempo pensando: ¡Qué sorpresa se llevarán! A la mañana siguiente, fui a la sala a poner los regalos y me quedé pasmado. Había docenas de regalos bajo el árbol de Navidad, todos para mí. Mis niñas se habían sentido mal de que papá no recibiera ningún regalo, así que envolvieron con cuidado sus peluches y otros juguetes favoritos para que yo tuviera una feliz Navidad. Al mirar los regalos con ojos llenos de lágrimas, me prometí no volver a dudar de Papá Noel. A. T.
7. En Nochebuena, mi esposo fue a la casa de al lado a buscar el regalo para nuestros hijos. Terminaba de meterme en la cama cuando lo oí regresar. Nuestro hijo de tres años también lo escuchó, corrió a mi cama y se aferró a mí, emocionado de que Papá Noel estuviera en casa. Esperamos en silencio unos minutos, hasta que él susurró: “Lástima que papá no pueda estar aquí”. Connie Chamberlain
8. Cuando PAPÁ NOEL vino al asilo donde trabajaba, el primer paciente que visitó fue
Margaret. Estaba confinada en su cama, pero se emocionó al escuchar “Jo, jo, jo” en su puerta. “¡Papá Noel!” susurró ella. “Feliz Navidad, Margaret. ¿Qué quieres para Navidad, nena?” “Quiero un beso tuyo, Papá”, dijo con una sonrisa. Tomó suavemente la mano de Margaret, se inclinó y la besó. Luego añadió en voz baja: “Que Dios te bendiga, Margaret”. “Que Dios te bendiga también, Papá”, respondió ella. Tras visitar a cada paciente postrado en cama, preguntó a la enfermera que lo acompañaba si podía despedirse de Margaret. Buscando las palabras adecuadas, ella le dijo que Margaret había muerto poco después de que él salió de su habitación. Le contó que, en sus últimos momentos, Margaret había hablado de ser bendecida por Papá Noel. Papá Noel agradeció a la enfermera por contárselo y luego, dejó el piso. Después de todo, nadie querría ver llorar a Papá Noel. Stephen Rusiniak
9. Tenía cinco años cuando mi hermano me llevó a la estación de bomberos a ver a Papá
Noel, que, sin saberlo yo entonces, en realidad era mi padre. Más tarde, al llegar a casa, le dije a mi madre con entusiasmo que Papá Noel tenía botas como las de papá. Ella sonrió. Luego agregué: “Y también había muchas mujeres que se sentaban en su regazo”. Se acabó la sonrisa. D. R.
10. Inmigramos a los Estados Unidos de China cuando tenía seis años. Como era tímida y no hablaba inglés, tenía pocos amigos. Pasaba los días en casa con mi hermano. A veces ayudábamos a nuestro vecino, el Sr. Mueller, a quitar las malas hierbas. Un día de Navidad, alguien llamó a la puerta. La abuela abrió y había un hombre grande de rojo con una barba blanca como la nieve, riendo: “¡Jo, jo, jo!”. Nos dio regalos y nos hizo reír. Me divertí mucho. Algunos años después supe que nuestro Papá Noel era el vecino. J. T.
11. Era Nochebuena, y nuestro hijo de tres años estaba nervioso. “Tienes que irte a la cama ahora mismo —mi esposo le dijo—, porque Papá Noel mirará por la ventana para asegurarse de que estás dormido antes de dejar los regalos”. De pronto, los ojos del niño se agrandaron y su voz tembló al gritar: “¡No quiero que ese hombre aterrador con barba mire por mi ventana!” No hace falta decir que nos quedamos despiertos hasta muy tarde esa Nochebuena, con nuestro hijo en la cama entre nosotros. M. R.
12. Mi nieta de dos años estaba reacia a encontrarse con Papá Noel por primera vez.
Sin embargo, se sentó en su regazo y esperó pacientemente mientras tomábamos una foto tras otra. Por fin, harta, descubrió una manera de salir de su situación. Se volvió hacia Papá Noel y le dijo: “Hice caca”. Con eso, Papá Noel dijo: “Suficiente”, la levantó y la devolvió a su madre. E.T.