El Presidente del Salvador cuenta con un respaldo popular del 90%, a pesar de estar acusado de abusos en su “guerra” antipandillas. El funcionario ignora las acusaciones de violación de derechos humanos.
El Salvador celebra hoy domingo comicios con el presidente Nayib Bukele como gran favorito a la reelección, gracias a su enorme popularidad por la política “mano dura” contra las pandillas.
El presidente Nayib Bukele se encamina a la reelección con una abrumadora popularidad, pero acusado de abusos en su “guerra” antipandillas, autoritarismo y maniobras ilegales para mantenerse en el poder.
Este empresario y publicista de 42 años, de ascendencia palestina, tiene prácticamente asegurado otro mandato de cinco años: llega a estas elecciones de 6,2 millones de votantes con un respaldo popular del 90% y sin rivales de peso.
Gracias a su controvertida ofensiva contra las pandillas, El Salvador redujo a mínimos históricos los asesinatos (2,4 por cada 100.000 habitantes, según cifras oficiales) tras haber sido uno de los países del mundo con mayor violencia criminal.
Las pandillas, a las que Bukele atribuye unas 120.000 muertes desde que acabó la guerra civil en 1992, controlaban barrios y ciudades enteras, aterrorizando a la población.
“Nuestra vida era difícil. Amenazaron con matar a mi mamá y a un hermano y mi empresa de autobuses tenía que pagar a las pandillas u$s560 al mes de extorsión. Ahora hay tranquilidad”, dijo a la AFP una transportista que no quiso dar su nombre por temor a represalias.
Bajo un régimen de excepción vigente desde marzo de 2022, policías y militares detuvieron a unas 75.000 personas.
Amante de los golpes de efecto, Bukele mostró a miles de pandilleros tatuados, en ropa interior blanca, rapados y encadenados, en la moderna cárcel que inauguró hace un año con capacidad para más de 40.000 reos, la más grande de América Latina.
Organizaciones como Amnistía Internacional denuncian “arrestos arbitrarios”, “torturas” y “muertes de presos”. Unos 7.000 fueron liberados tras ser hallados inocentes.
Pero el presidente ignora las acusaciones de violación de derechos humanos: “Nuestro país cambió, eso nadie lo puede negar”, dijo en un video en X.