El contenido sobre educación financiera debería ser una política del sector público (a través del ministerio de educación) y debería continuar fomentándose con el correr de los años, quienquiera que gobierne el país. El objetivo principal es fomentar la planificación financiera y el ahorro haciendo hincapié en el uso de herramientas de inclusión financiera para los más jóvenes.
Tener un buen nivel de educación financiera es de suma importancia para decidir correctamente sobre el manejo del dinero y así acceder a mejores oportunidades de inclusión. Sin embargo, a pesar de su importancia, hay un sector de la sociedad que hoy carece de oportunidades de formación en el tema, que son los colegios secundarios.
Analicemos algunas estadísticas actuales. De acuerdo con algunos datos estadísticos que surgen de la comparación entre el dinero y los adolescentes, un 70% ya cuenta con una billetera digital, un 40% tiene una tarjeta de débito y un 35% ya tiene cuenta bancaria. Por otro lado, 7 de cada 10 encuestados creen que la asignatura escolar más relevante para su futuro es la “Educación Financiera”. Por otro lado, la principal fuente de información sigue siendo los padres, luego internet y finalmente los docentes.
La educación financiera debería ser una materia obligatoria en el ciclo lectivo ya desde los inicios de la escuela secundaria, en donde un joven de aproximadamente 12 años ya comience a aprender sobre como planificar y administrar sus finanzas personales, interactuando con plataformas digitales. Luego, promediando la carrera los estudiantes deberían empezar a incursionar en la elección de una vocación para continuar estudiando en la facultad e incorporar conceptos sobre economía y presupuestos. Finalizando los estudios ya poder profundizar sobre crédito, ahorro e inversiones, para integrar todos los conceptos aprendidos y así vincularlos con sus proyectos de vida.