Un lago es un cuerpo de agua que se encuentra separado del mar y es alimentado por ríos y arroyos. Aunque es difícil establecerlo con exactitud, se cree que hay más de dos millones de lagos en todo el mundo.
Los lagos se forman en depresiones creadas por una gran variedad de procesos geológicos: movimientos tectónicos, la acción de los glaciares, mares desecados o cráteres de volcanes por ejemplo.
Los lagos pueden clasificarse, según su origen, en los siguientes tipos:
Lagos tectónicos. Se forman cuando la corteza terrestre se hunde y este hundimiento se llena lentamente de agua.
Lagos volcánicos. Se forman en el cráter de un volcán. Lagos glaciares. Se forman por el derretimiento y deshielo de los glaciares.
Lagos meteoríticos. Se forman en cráteres producidos por el impacto de un meteorito.
Lagos costeros. Se forman por la acumulación de agua salada y agua dulce en una depresión cercana al mar.
Lagos artificiales. Se forman por la actividad humana, como la construcción de represas o embalses para el control de inundaciones o la generación de energía.
La diversidad biológica de los lagos depende de su ubicación, la temperatura de sus aguas y la disponibilidad de nutrientes.
La flora de los lagos se compone típicamente de fitoplancton y plantas sumergidas, así como también de especies ribereñas. El fitoplancton, constituido por microorganismos capaces de realizar fotosíntesis, tiene un papel fundamental en la producción primaria de alimento y oxígeno en los lagos.
Las plantas acuáticas emergentes, como los juncos y los lirios, suelen crecer y desarrollarse en las zonas litorales.En cuanto a la fauna, los lagos albergan una variedad de especies. Son frecuentes los insectos acuáticos, las ranas, los cangrejos, los peces, las aves y algunos mamíferos.