La insuficiencia venosa crónica, también conocida como varices o venas varicosas, son venas hinchadas a causa de una acumulación anormal de sangre debido a la debilidad, a menudo heredada, en las paredes y válvulas de las venas superficiales. Esto hace que las venas se ensanchen y se dilaten, de manera que la sangre se acumula fácilmente cuando una persona permanece de pie durante mucho tiempo.
“Cuando la vena se dilata no cumple su función. Estas se encargan de realizar el retorno sanguíneo al corazón y eso implica que el flujo tenga que ir contra la gravedad: desde el pie hacia el corazón”.
“Las venas tienen unas válvulas que impiden el retorno de ese flujo sanguíneo hacia el pie y facilitan la subida. Sin embargo, si la vena está dilatada, las válvulas no cumplen su función y el flujo se invierte, lo cual provoca que aumente la dilatación y se produzcan problemas como edemas, hinchazón de la pierna o, en fases más avanzadas, úlceras o flebitis (trombosis de una variz), entre otras”.
Esta patología es mucho más frecuente en la mujer. La aparición de las varices es hasta cinco veces más frecuente en ellas que en los hombres. Se da habitualmente en las venas de las piernas, sin embargo, también pueden afectar al esófago, la región anal, la vulva o los testículos.
Síntomas:
Pesadez de piernas.
Aparición de varices con venas visibles.
Edema.
Hinchazón.
Aparición de dolor.
Calambres.
Sensación de acorchamiento.
En fases más avanzadas de la enfermedad pueden aparecer úlceras venosas, dermatitis ocre (oscurecimiento de la piel), o el sangrado en varices complicadas.
Prevención:
En la actualidad, no existe ninguna medida que ayude a prevenir la aparición de las varices.
No obstante, los especialistas destacan que un estilo de vida saludable; realizar ejercicio físico; evitar el sobrepeso, la obesidad y el sedentarismo, contribuyen a que, si una persona tiene riesgo de desarrollar varices, estas estén más controladas.