Durante la Semana Santa, cada día recuerda un momento particular de la pasión de Cristo, en el caso del Viernes Santo, se conmemora principalmente la crucifixión de Jesús de Nazaret.
Durante este día Jesucristo sufrió su calvario en la cruz por la redención humana. El Viernes Santo significa el recuerdo de la crucifixión de Jesucristo, quien murió en la cruz por la salvación de la humanidad. Se considera un día de luto y penitencia.
La Pasión comienza con la condena a muerte de Jesús por parte del romano Poncio Pilatos tras proclamarse Rey de los Judíos y representa aquellos sufrimientos que soportó en el camino a la cruz en el Monte Calvario.
Tras la decisión de Pilatos, Jesús fue despojado de sus ropas, golpeado y agredido con piedras. Luego le colocaron una corona de espinas y le hicieron cargar con su propia cruz hasta el Monte Gólgota (Monte Calvario), en las afueras de Jerusalén. Allí fue crucificado junto a dos ladrones y bajo un cartel que decía: “Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos”.
Para recordar el sufrimiento de Jesús, los cristianos reviven las etapas de su muerte, divididas en 14 estaciones. Desde su condena a muerte hasta su entierro. Por cada una de ellas, se reza una oración en el Vía Crucis. El color litúrgico es el rojo, en honor a la sangre derramada por Jesucristo.
El Vía Crucis se reza de pie, y en algunos momentos de rodillas. Debe hacerse caminando, deteniéndose en cada estación, para recordar el camino de Jesús al Calvario. Es por eso que las imágenes de la representación del Vía Crucis están en la pared, alrededor del templo. Para rezar el viacrucis, los fieles caminan en procesión, representando el duro camino que tuvo que atravesar Jesús hasta el Monte Calvario.