El descubrimiento se había producido durante un relevamiento que incluyó tanto a funcionarios de la administración de Julio Alak, como a trabajadores de la órbita judicial y de la dirección de personas desaparecidas del ministerio de Seguridad bonaerense.
Los restos identificados pertenecen a cuerpos que, en la mayoría de los casos, se encontraban dentro de féretros al momento del relevamiento. En muchos de ellos, la placa incluida en la tapa del ataúd permitió la identificación y, de acuerdo a lo informado por el sitio platense 0221, “los cuerpos analizados hasta ahora corresponden a personas que fallecieron a fines de los años ’80 y en los inicios de la década de 1990”.
La fiscal Cecilia Corfield mantiene el expediente en estricta reserva y no se conocen detalles de los avances en la investigación, parte de la complejidad que reviste la causa tiene que ver con otros casos que podrían superponerse, esto es: que entre los restos humanos encontrados haya evidencia de otras causas.
A final de febrero la fiscal se reunió con integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), parte del equipo que investiga la desaparición de Jorge Julio López, Rosa Schoenfeld de Bru, madre de Miguel Bru, desaparecido en 1993, entre otros actores interesados. En aquella oportunidad la fiscalía informó que las bolsas con restos que habían sido halladas en un altillo habían sido oportunamente peritadas en 2014 en el marco de una causa impulsada por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).