La corrección de precios relativos pendiente, la suba del 2% del dólar oficial y la vigencia del cepo son los frenos para una baja más acelerada. El dato de precios mayoristas ya marcó un leve rebote.
Hace poco más de un mes, el todavía jefe de Gabinete Nicolás Posse se presentó a dar cuenta de la gestión oficial ante el Senado, ocasión en la cual anticipó un dato desconocido hasta ese momento y que ayer quedó ratificado en los documentos públicos que intercambian el Gobierno y el Fondo Monetario: la pauta de inflación anual con la que trabaja el equipo económico es de 139,7%, lo que que indica que, de ahora en más, la caída de la inflación encontrará más resistencias que en la primera parte del año. A tal punto que esa reducción ya habría llegado, al menos este año, a su piso.
Es lo que se desprende de una cuenta sencilla: con una inflación acumulada a mayo de 71,9%, la suba de precios durante los próximos siete meses -incluyendo junio- para cerrar el año en la pauta oficial debe ubicarse en 4,5% de promedio mensual. Esa cifra es incluso mayor al dato del mes pasado lo que implica que la suba de precios pueda ser incluso menor a las expectativas oficiales o, eventualmente, en el Gobierno asumen la dificultad para seguir sosteniendo el sendero a la baja mientras se terminan de corregir precios relativos y, a la vez, no se termina de levantar el cepo cambiario.
De todos modos, ese cálculo es más optimista que lo que marca el consenso del mercado de acuerdo al Relevamiento de Expectativas (REM) que publica el Banco Central, en el que también se advierte en amesetamiento de las estimaciones de inflación, pero en un nivel más alto. De acuerdo al REM, la inflación fluctuará entre 5,2% y 4,5% hasta fin de año.