Tras cuatro años de espera, el festival Buenos Aires Trap volvió para consolidarse como un emblema de la música urbana en un predio que encuentra una nueva vida como epicentro cultural.
Algo que surgió como un fenómeno de barrio y comunión entre chicos, evolucionó y maduró en un subgénero que se masificó en todo el país y que hoy se exporta al mundo entero. En la región, el trap es hoy, por excelencia, argentino. Y qué mejor expresión de este movimiento que el Buenos Aires Trap, el festival que, después de cuatro años de ausencia, regresó al mapa festivalero porteño en una nueva sede, el Parque de la Ciudad. En este rincón del suroeste de Buenos Aires, tanto los pioneros y más consolidados artistas como los más incipientes y experimentales se encuentran para afianzarse como emblema de la música nacional.
Con un público de lo mas diverso, entre amigos, familias y parejas, el último día del festival unió a varias generaciones con la misma pasión. Nadia Pogrebski, de 34 años, quien vino desde Longchamps con su hijo Felipe, de 11 años, señaló: “Él vino a ver a Milo J y yo estoy emocionada por Cazzu. Este festival es un espacio único para compartir entre generaciones”.
En el Brahma Stage, Cazzu, pasadas las 20, hizo su entrada triunfal en un escenario que concentró a la mayor parte del público del festival.
Vestida con un imponente conjunto negro adornado con detalles plateados y botas altas, su figura irradiaba el poder que la caracteriza. La multitud, que abandonó otras áreas del predio para congregarse frente a ella, la ovacionó en su regreso a los escenarios tras su reciente maternidad. Con éxitos como “Mucha Data” y “Nada”, Cazzu logró que cada rincón del escenario vibrara al ritmo de su música. La puesta en escena, iluminada por un juego de luces que acentuaba su presencia magnética, reafirmó su lugar como “La Jefa del Trap”y emocionó a sus seguidores, quienes corearon cada tema como un himno generacional.