Los aranceles de Trump ponen a los vinos argentinos en el ojo de la tormenta

La Argentina se encuentra negociando con el gobierno estadounidense para reducir los aranceles aplicados de forma masiva por el presidente Trump, pero el destino de las negociaciones es incierto y las empresas argentinas ya están tributando el gravamen del 10%.
En ese marco, crece día a día la preocupación por parte de las bodegas del país. Estados Unidos es el primer mercado en importancia para la vitivinicultura argentina en términos de valor y perder un lugar en las góndolas de ese país podría significar un enorme golpe para las firmas exportadoras.
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Según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en los últimos años la Argentina ha exportado a ese mercado entre 40 y 65 millones de litros de vino, dependiendo de las condiciones macroeconómicas y el volumen de cosecha. Ahora, con el arancel del 10%, corren riesgo los envíos del segmento “entry level”, que contempla a los vinos de menor costo.
De acuerdo a los especialistas del mercado, hay dos grandes problemas que pueden aparecer en el contexto de la nueva carga arancelaria. Uno, es que las bodegas locales pierdan mercado en Estado Unidos, contra otros países (si logran una mejor negociación), o contra las propias bodegas estadounidenses, que por supuesto, no pagan arancel. El segundo es que los países que habitualmente le venden a los estadounidenses busquen nuevos destinos e “inunden” de vinos a otros mercados frecuentados por las empresas argentinas.
Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina, explicó mejor esta situación. “Si esto realmente se mantiene, lo que más preocupa es el comportamiento de los países de Europa, que tienen un mercado importante en Estados Unidos. Es posible que vengan a Latinoamérica a buscar nuevos destinos y lo más probable es que apunten sus cañones a Brasil, el mercado más atractivo por la densidad de población. Este es, a su vez, el mercado más importante para Argentina”, señaló.
También compartió su opinión Carlos Fiochetta, gerente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar). “Una posibilidad es que las bodegas estadounidenses le quiten mercado a los que exportan a ese país, tanto en los vinos fraccionados, como en mosto y granel. Si EEUU quisiera abastecer con vino propio a su mercado, lo podría hacer. Estamos hablando del país que más vino consume en el mundo”, comentó.
“Otra posibilidad, es que los europeos salgan en busca de nuevos mercados, como es el caso de Brasil, que es el segundo o tercer mercado en importancia para Argentina”, señaló.
Mirada optimista
La realidad hoy indica que las bodegas exportadoras deben pagar un arancel del 10% para entrar a Estados Unidos, pero el sector bodeguero mantiene intactas sus esperanzas de que esta situación cambie.
“Seguimos a la espera de que haya un arreglo. El presidente Trump ha tirado con todo para después sentarse a negociar con cada país”, apuntó Bressia.
A pesar del contexto adverso, las bodegas argentinas más activas en el mercado estadounidense se muestran decididas a no ceder terreno. Según detallan desde el sector, muchas de ellas están intentando negociar directamente con sus distribuidores o importadores en EE.UU. para amortiguar el impacto del nuevo arancel y no perder presencia en los lineales.
No obstante, esta no es una tarea fácil. Fiochetta, de Coviar, advirtió que muchos importadores están frenando negocios por la incertidumbre generalizada. “Hay barcos que no están entrando porque no se sabe que va a pasar”, lamentó.
Bressia, por su parte, explicó que el mercado externo en Estados Unidos está muy segmentado por precios. “En los vinos de consumo masivo vamos a tener que negociar. En los de más alta gama, si bien también se negociará, no va a ser un impacto tan alto. Quien paga USD 25, tranquilamente puede pagar USD 27”, opinó.
Mientras tanto, el sector espera que se abra una ventana para la negociación diplomática. La Argentina ya habría iniciado conversaciones con el gobierno estadounidense con el objetivo de reducir ese 10%, y desde Bodegas de Argentina ya se transmitió a Cancillería la preocupación por el impacto potencial de la medida.
Para Coviar, hay buenas posibilidades de que las negociaciones sean exitosas. Además, manifestaron que hay algunos escenarios en los que la situación puede resultar beneficiosa para Argentina. “Hay que esperar a ver cómo decantan las cosas. Hay información extraoficial de que se está negociando un paquete de rebajas arancelarias. Un escenario a favor sería que Argentina logre una baja de aranceles y no así los competidores europeos”, apuntó Fiochetta.
“Otro tema que suma es tener un buen mercado interno. Así, lo negativo lo impacta menos.
“Antes del 10%, pagábamos un arancel que variaba entre el 3% y el 4%, dependiendo del tipo de vino. Ahora se le suma un 10% a lo que ya existía. Si esto se mantiene, sería muy duro para la vitivinicultura”, indicó Walter Bressia.
Con un ojo puesto en Washington y el otro en Brasil, el sector vitivinícola argentino se mantiene en vilo. Lo que está en juego no es solo un porcentaje de exportaciones, sino el lugar que el vino argentino ha logrado construir con esfuerzo en uno de los mercados más competitivos del mundo.