Concepción Cantunta: “La Pachamama no es un milagro, es trabajo, respeto y equilibrio”

En una emotiva entrevista con Buendía Provincia, la referente de la espiritualidad andina Concepción Cantunta, más conocida como Kusi Killa, profundizó en el significado del ritual a la Pachamama que se celebra cada 1° de agosto.
Con palabras claras, explicó que no se trata de un acto mágico ni de pedir riquezas materiales, sino de mantener una relación constante, sincera y trabajada con la Tierra:
“No es un milagro abrir el seno de la Madre Tierra. No puedo pedirle “Pachamama, dame mucha plata”, porque no es así. La Pachamama no es un milagro si uno no trabaja. Hay que trabajar para ofrecerle lo mejor, lo más lindo, lo que uno ha cultivado con esfuerzo”.
Cantunta señaló que siempre busca lo mejor para la ceremonia “Elijo la mejor manzana, la mejor naranja, los maníes con semilla, agua de manantial… También hay que rendir homenaje al manantial, para que no se seque. Porque hay hermanos que, por ambición, desvían esa agua y terminan dañando la fuente. Y da mucha pena, porque los animalitos del campo necesitan agua limpia, sin químicos, sin detergente”.
Ofrecer con sentido, no con exceso
Para Kusi Killa, muchas prácticas actuales han perdido el respeto y la conciencia del verdadero significado del ritual. “No se trata de traer montones de cosas y empachar a la Madre Tierra. Muchas veces, cuando voy a las escuelas, veo que hacen un pozo enorme, le ponen caramelos, comida de todo tipo… Eso es una falta de respeto”.
En cambio, explicó que cada ofrenda debe tener una organización y un propósito. “Hay un orden para darle de comer a la Pachamama. Una vez que se termina el ritual, el pozo se cierra con una naranja. Esa naranja, al año siguiente, nos dice si va a haber lluvia o sequía. Es una forma de leer la tierra sin dañarla”.
Un acto espiritual, no un espectáculo
Cantunta insiste en que el ritual debe ser hecho desde el corazón, con humildad y sin convertirlo en una muestra de abundancia vacía. “La Pachamama no está acostumbrada a la gula. Se le da lo que uno trabajó con cariño, lo más puro, como la chichita, el vino patero sin alcohol, dos frutas de cada tipo, lo justo y necesario. No para mostrar, sino para agradecer”.
Su mensaje es contundente: la ceremonia del 1° de agosto no es solo una tradición, es una práctica espiritual, ecológica y comunitaria, que invita a revisar nuestra relación con la naturaleza, nuestras costumbres y el ejemplo que damos a los más chicos.