El asesinato de Fernando Villavicencio, un importante candidato presidencial, puso un rostro prominente a la rápida transformación de Ecuador en uno de los países más violentos del planeta.
El asesinato de Fernando Villavicencio, un importante candidato presidencial, puso un rostro prominente a la rápida transformación de Ecuador en uno de los países más violentos del planeta.
La tasa de homicidios de la nación sudamericana se cuadruplicó de 5,8 por cada 100.000 habitantes en 2018 a 26,7 el año pasado, según datos del Instituto Igarapé, un grupo de expertos en seguridad pública de Río de Janeiro. El fuerte aumento ha hecho que el otrora tranquilo Ecuador —donde los cárteles de la droga ahora luchan por controlar las rutas de contrabando utilizadas para enviar cocaína a Estados Unidos y Europa— sea tan letal como México y Colombia.
Fernando Villavicencio, candidato para las elecciones presidenciales del 20 de agosto, fue abatido a tiros el miércoles cuando salía de un acto de campaña en Quito, la capital. Se arrestaron a seis sospechosos, mientras que otro murió después de intercambiar disparos con agentes de seguridad.
El presidente, Guillermo Lasso, declaró estado de emergencia de 60 días y desplegó tropas en toda la nación andina, tácticas que no han logrado detener el aumento de los homicidios en el pasado.
La violencia ya había comenzado a filtrarse al ámbito político antes del asesinato de Villavicencio. En mayo, un alcalde se salvó por poco de un intento de asesinato; en junio, un concejal fue asesinado; y el mes pasado, un alcalde y un candidato al Congreso fueron asesinados a tiros en incidentes separados.