El Ministerio de Salud confirmó en el último informe de vigilancia genómica de junio que se detectó un caso de Ómicron BA.4 y uno de BA.5. Se trata de una de las variantes supercontagiosas que genera un brote de positivos en el mundo.
El Instituto ANLIS/Malbrán confirmó el primer caso de una persona que fue diagnosticada con la enfermedad COVID-19 causada por la subvariante de Ómicron BA.5, en un paciente que volvió de un viaje internacional.
La cartera sanitaria aclaró que el positivo fue detectado durante el análisis de las muestras ingresadas entre el 5 y el 11 de junio, cuyos resultados son los últimos publicados oficialmente.
En este sentido, pormenorizaron que BA.4, BA.5, BA.2.12.1, BA.2.9.1, BA.2.11 y BA.2.13 son las variantes en circulación actualmente.
En la actualidad, la incidencia acumulada en mayores de 60 años en España supera los 755 puntos, escenario que algunos especialistas llegan a vaticinar como una nueva ola de contagios. Las actuales variantes de coronavirus que van tomando protagonismo en BA.4 y BA.5, generaron síntomas no identificados hasta ahora, y los últimos al ser detectados son los síncopes y desmayos repentinos.
Los especialistas afirman que estos síntomas están relacionados con la implicación del coronavirus con el sistema nervioso, provocando lo que se conoce como hipotensión ortostática. Así pues, estos dos escenarios se suman a los síntomas ya conocidos que el coronavirus genera, como es la tos, fiebre, dolor de cabeza y dolores musculares.
Estos síntomas descubiertos y que están ligados a las nuevas variantes de Ómicron provocan una alteración en el funcionamiento del nervio vago, que genera una función clave por lo que respecta al sistema nervioso. Una vez sucede esta situación, el nervio trabaja de forma más ralentizada que de costumbre, provocando que no aumente la tensión para que el flujo sanguíneo llegue de forma adecuada al cerebro. Esta situación provoca que nos lleguemos a desmayar como forma de defensa del cerebro.
Sufrir un síncope o desmayarse son dos síntomas asociados al coronavirus que ya se diagnosticaron durante el mes de enero. Una investigación, publicada en la revista alemana Ärztezeitung, analizó los diversos síncopes que sufría un hombre de 35 años hasta seis meses después de su positivo en SARS-CoV-2. Los investigadores corroboraron que la frecuencia cardíaca del paciente aumentó inicialmente a 110 latidos por minuto mientras estaba de pie, sin que su presión arterial subiera, y que unos minutos después, la frecuencia se reducía lentamente hasta el punto de que el paciente comienza a tambalearse, sufre mareos y acaba desmayándose. Así pues, si alguien de nuestro entorno se desmaya teniendo coronavirus, puede estar relacionado con un síncope vagal ligado a nervio vago.