Nacido en González Catán, hizo de todo para ayudar a sus padres y hoy en día es uno de los traperos más exitosos.
Detrás del fenómeno artístico de Lit Killah se esconde la historia de un pibe de González Catán que hacía changas para ayudar a la familia mientras soñaba con tener éxito como rapero. Este joven que cumple 24 años y recorre el mundo con sus shows musicales, vivía rodeado de violencia en un ambiente marginal. Cuando se conocen detalles de cómo fue su dura infancia cobra más valor el éxito alcanzado.
Nacido como Mauro Román Monzón, el 4 de octubre de 1999, el joven rapero pasó su niñez en una humilde vivienda con techo de chapa y paredes agrietadas en el conurbano profundo. “Podía ver la calle por los agujeros de la pared de mi casa”, cuenta. Su papá trabajó en un frigorífico durante más de 20 años y su mamá cuidaba a niños con discapacidad 12 horas por día.
En ese contexto familiar duro, Mauro tuvo que hacer changas para ayudar a sus padres. “Mi viejo se levantaba a las 3 de la mañana para ir a laburar”.
El exitoso trapero y streamer, que tiene 5 millones de seguidores en Instagram y 4 millones en youtube, pasó por situaciones muy complicadas a raíz de moverse en un ambiente de violencia y drogas. “Cuando sos tan chico y vivís esa vida, todo lo que ves lo normalizás. En todas las esquinas de mi barrio paraban pibes, yo capaz iba a comprar y uno tenía el fierro en la mano”, recordó.
Mauro contó que una vez le pusieron un revólver en la cabeza. “Estábamos en grupo y un pibe me agarró de la cabeza y me la bajó. Me subió el buzo y me puso algo metálico en la cabeza”, relató el artista en el programa Podemos Hablar, de Andy Kustnezoff. Reveló que no sintió miedo ni quedó traumado, porque no tomó dimensión de lo que había pasado.
Luego detalló un hecho que ocurrió poco tiempo después y le dio otro contexto al episodio. “Ese mismo pibe estaba jodiendo igual en la casa de un amigo mío de la primaria, con la escopeta del padre, pero se le escapó un tiro y lo mató”. En ese momento, comprendió que le pudo haber pasado a él…
El ambiente en el que se movía lo llevó a probar drogas, un mundo en el que nunca se metió. “Había situaciones en las que yo me veía forzado, como por ejemplo, si íbamos a ranchar en la casa de alguien estábamos en un cuartito donde era full drogas y yo tenía 14 o 15 años.Me crié en eso y siempre trato de pensar por qué nunca me sentí mal influenciado porque si bien probé, hoy en día soy de rechazar un millón de veces todo tipo de ofrecimiento”, afirma.
Luego de muchos shows, horas de grabaciones y sacrificios personales Lit Killah pudo cumplir uno de sus sueños: regalarle una casa a sus padres. “Me dolía mucho verlos en la casa de siempre. Ahora están muy cómodos y para mí es una felicidad inigualable”, dice el artista que actualmente vive en un barrio privado.
Desde chico fue admirador de los géneros rap y hip hop, y de sus exponentes, como Eminem y 50 cent, a los que trató de imitar. En su adolescencia se interesó por el rap y el freestyle y a los 16 años empezó a frecuentar plazas donde se celebraban torneos.
En el Parque Rivadavia lo bautizaron “Ametralladora”, por su increíble velocidad para rapear. En 2016, decidió participar en la competencia de freestyle El quinto escalón, donde en aquel tiempo también se encontraban artistas como Paulo Londra o Duki.