Virginia Woolf (1882 – 1941) fue una novelista, ensayista, feminista y escritora de cuentos de origen británico, considerada como una de las figuras más relevantes del modernismo literario del siglo XX.
Entre sus obras más famosas se encuentran las novelas La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando: una biografía (1928), Las olas (1931) o Una habitación propia (1929), libro que se convertiría en un auténtico estandarte del movimiento feminista, ya que en él se relatan las dificultades de las mujeres para poder dedicarse al mundo de la escritura en un mundo dominado por los hombres.
Woolf tuvo etapas depresivas muy fuertes y sufrió lo que posteriormente se conocería como trastorno bipolar. Esta enfermedad mental le llevó un día (el 28 de marzo de 1941, cuando tenía 59 años) a llenarse los bolsillos con piedras y a lanzarse al río Ouse, muy cerca de su casa. Woolf murió ahogada y su cuerpo no fue recuperado hasta casi un mes después.
Los dejamos con algunas de sus frases más célebres:
“Cada secreto del alma de un escritor, cada experiencia de su vida, cada atributo de su mente, se hallan ampliamente escritos en sus obra”.
“Estoy leyendo seis libros a la vez, la única manera de leer; ya que, como estarás de acuerdo, un libro es sólo una nota sin acompañamiento, y para obtener el sonido completo, uno necesita otros diez al mismo tiempo”.
“Quería escribir sobre todo, sobre la vida que tenemos y las vidas que hubiéramos podido tener. Quería escribir sobre todas las formas posibles de morir”.
“No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”.
“El amor es una ilusión, una historia que una construye en su mente, consciente todo el tiempo de que no es verdad, y por eso pone cuidado en no destruir la ilusión”.
“La vida es sueño; el despertar es lo que nos mata”.
“Los libros de segunda mano son libros salvajes, libros sin hogar; se han reunido en vastas bandadas de pluma abigarrada, y tienen un encanto del que carecen los volúmenes domesticados de la biblioteca”.
“Si se atuvieran a la propia experiencia, sentirían siempre que eso no es lo que quieren, que no hay nada más aburrido y pueril e inhumano que el amor, pero que, al mismo tiempo, es bello y necesario”.
“La vida misma, cada momento de ella, cada gota de ella, aquí en este instante, ahora, en el Sol, en Regent’s Park, fue suficiente, de hecho, demasiado”. (La señora Dalloway).
“Uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no ha comido bien”. (Una habitación propia).
“Las mujeres han vivido todos estos siglos como esposas, con el poder mágico y delicioso de reflejar la figura del hombre, el doble de su tamaño natural”. (Una habitación).
“No son las catástrofes, los asesinatos, las muertes, las enfermedades las que nos envejecen y nos matan; es la manera como los demás miran y ríen y suben las escalinatas del bus”. (El cuarto de Jacobo).
“Nos produce náusea la vista de personalidades triviales que se descomponen en la eternidad de lo impreso”. (El lector común).
“Amar nos separa de los demás”. (La Señora Dalloway).
“El humor es el primero de los regalos en perecer en una lengua extranjera”.
“La literatura está repleta de los restos de hombres que se han preocupado más allá de la razón por las opiniones de los demás”.
“Me gusta que la gente sea infeliz porque me gusta que tengan almas”.
“Para disfrutar la libertad, tenemos que controlarnos a nosotros mismos”.
“Inevitablemente consideramos a la sociedad, tan amable con usted, tan dura con nosotros, como una forma inadecuada que distorsiona la verdad; deforma la mente; encadena la voluntad”.
“Uno no puede traer hijos a un mundo como este; uno no se puede plantear perpetuar el sufrimiento, ni aumentar la raza de estos lujuriosos animales que no poseen emociones duraderas, sino sólo caprichos y banalidades que ahora te llevan hacia un lado y mañana hacia otro”.
“Las mujeres han gozado de menos libertad intelectual que los hijos de los esclavos atenienses. Las mujeres no han tenido, pues, la menor oportunidad de escribir poesía”.
“El nervio que controla la pluma se enrosca en cada fibra de nuestro ser, enhebra el corazón, atraviesa el hígado”.
“Cuántas mujeres olvidadas porque ni siquiera ellas mismas pudieron, pueden o podrán decir ‘esta boca es mía’, ‘este cuerpo es mío’, ‘esto es lo que yo pienso”.