¿La Navidad tal como la conocemos se inventó en el siglo XIX o es una festividad medieval? ¿Cuándo se reunieron las diversas tradiciones …
En Londres, encender las luces de las calles Oxford y Regent es un ritual que todos los años lleva a cabo alguna figura mediática. Cuando se trata de decoraciones, pocos pueden competir con Dominic Luberto, de Boston, Estados Unidos. En 2007, engalanó su vivienda y su jardín con medio millón de luces, y convirtió su casa en un punto de interés para visitar. ¿Pero estas Navidades tan decoradas comenzaron con el cristianismo? ¿Y cuándo toda esa parafernalia festiva que asociamos con la Navidad pasó a estar tan arraigada en la sociedad occidental?
Muchas conocidas tradiciones de Navidad se originan en antiguos rituales precristianos. Un festival que los persas celebraban en homenaje a Mitra, el dios de la luz y guardián contra el mal, inspiró los juegos de luces navideñas. Todos los años, en la víspera del solsticio de invierno, sus seguidores encendían fuegos para celebrar el nacimiento del sol, con la esperanza de que pronto volvería la primavera.
Festejos y diversiones
En el siglo IV, los romanos celebraban las Saturnales, un festival subido de tono que consistía en una semana de festejos, juegos de apuestas y diversiones. Yule, un festejo pagano escandinavo más antiguo, que celebraba el solsticio de invierno, es el origen de otras tradiciones: quemar un tronco grande con el que se empieza el fuego de la chimenea en Navidad, en honor del dios Thor, decorar abetos y pinos, y colgar adornos de acebo y muérdago. Para marcar el nacimiento de Cristo, la Iglesia reunió elementos de todas esas celebraciones. Beda el Venerable escribió que los misioneros cristianos de los pueblos germánicos del norte de Europa llevaban instrucciones de superponer los temas cristianos en celebraciones paganas ya existentes. La importancia de la Navidad aumentó luego de que el emperador Constantino adoptó el cristianismo, en el año 312, y la fecha atribuida al nacimiento de Cristo pasó a ser más importante. Los monarcas elegían ese día para su coronación, y los cronistas medievales dejaron registro de las celebraciones del día de Navidad por parte de la realeza.
Caída –y ascenso– de la Navidad
Sin embargo, en los años que siguieron a la Reforma protestante de Inglaterra, en el siglo XVI, las festividades navideñas pasaron a estar mal vistas o se suprimieron. Después de la Guerra civil, el gobierno puritano ordenó que se celebrara la Navidad sin festejos, y en 1647 Oliver Cromwell prohibió toda celebración de Navidad mediante una ley del Parlamento. En Estados Unidos, después de la independencia, se perdió la costumbre de festejar la Navidad, pues se creía que era una costumbre inglesa. Hacia la década de 1820, en un ambiente más calmo y secular, escritores como William Winstanley, Charles Dickens y el estadounidense Washington Irving crearon una pintura romántica de Navidades pasadas e imaginarias. Eso revivió la popularidad de esa fiesta, además de subrayar los aspectos de celebración y reunión de la familia y amigos. Hay quien plantea que Irving inventó las tradiciones que describe; pero, sin importar de dónde proviniesen, fueron muy imitadas.
Símbolos de la Navidad
El lugar legendario que ocupa el árbol de Navidad data del siglo VIII, cuando San Bonifacio taló un roble (árbol consagrado a Thor) y lo usó para construir una capilla; en el lugar que había ocupado el roble, brotó un abeto. El abeto se usó “oficialmente” en interiores por primera vez en 1521, cuando la princesa Helena de Mecklenbourg llevó uno a París, luego de casarse con el duque de Orleans. Los árboles de Navidad también tuvieron gran aceptación en la casa de Hanover. La floreciente popularidad del árbol de Navidad en Inglaterra se atribuye al príncipe Alberto, quien desde la década de 1840 hizo instalar un árbol en el castillo de Windsor; en realidad, él puso de moda una tradición que ya existía: los árboles decorados se habían exhibido al público por más de medio siglo.
Luces y leyendas
Por lo general, los árboles de Navidad se decoraban con oropel, luces y esferas de colores. Los oropeles, que se hacían con láminas de plata martilladas, son una invención alemana que surge de la leyenda de que el niño Jesús convirtió en plata las telarañas que había en el árbol de una mujer humilde. Las velas eran la única fuente de luz, pero en 1882 Edward Johnson, colega del inventor Thomas Edison, ideó las luces eléctricas para el árbol. Eran un lujo muy costoso hasta 1903, cuando el fabricante de pilas Ever Ready comenzó a producirlas en masa.
En el siglo XIX las casas se vestían con ramas de plantas siempre verdes, como el acebo y la hiedra, que simbolizaban la renovación y la vida eterna, y eran vestigios de la celebración de Yule. La cristiandad se hizo cargo del simbolismo pagano: las bayas rojas del acebo pasaron a representar la sangre de Cristo, y sus púas, la corona de espinas. El muérdago estaba reservado a los druidas, y los romanos lo consideraban un símbolo de fertilidad; allí se originó la costumbre de darse un beso debajo del muérdago. Esa planta era un símbolo de paz y reconciliación, y el beso, un signo de perdón. Muchos recuerdan las asociaciones paganas del muérdago y lo consideran inapropiado para las decoraciones en las iglesias.
El simbolismo de las plantas perennes fue tan perdurable que aparece en la primera tarjeta de Navidad, en la forma de delicados zarcillos de hiedra. La tarjeta había sido diseñada por el artista inglés John Callcott Horsley en 1843; en su parte central se ve a una familia sentada en torno a la mesa, con copas de vino levantadas, y en las ilustraciones laterales se muestra a un hombre y una mujer que dan limosnas a los pobres. Es una representación romántica, pero que capta el espíritu de caridad y celebración de la época navideña.
Viejas costumbres que reviven los románticos del siglo XIX también pusieron en primer plano costumbres como cantar villancicos, armar un pesebre y, en los países de la Mancomunidad, representar pantomimas. Originalmente, los villancicos eran canciones populares acompañadas de un baile, y la costumbre de ir de casa en casa con los cánticos se relaciona con los grupos que cantaban en la calle para Navidad desde la época medieval. San Francisco de Asís los introdujo dentro del oficio religioso en el siglo XIII, pero el interés por las canciones navideñas se renovó en el siglo XIX: “Noche de paz, noche de amor” es de 1818.
Se cree que San Francisco inauguró el primer retablo navideño en 1223, en una cueva cerca de Greccio. La imagen del niño Jesús estaba tallada en piedra, pero el buey y el asno eran reales. Se dio misa junto al pesebre y San Francisco predicó. Su intención era hacer que el nacimiento de Cristo fuera un hecho vívido para la gente, y tuvo tanto éxito que pronto se exhibían pesebres navideños hechos de madera por Europa.
La pantomima navideña británica, la tradición por la cual los hombres representan los papeles femeninos, y viceversa, para lograr un efecto cómico, comenzó con la celebración de las Saturnales. Los mimos, que llevaban máscaras, representaban las escenas en la calle y las picardías estaban a la orden del día, porque era una época del año en que dominaba el “señor del desgobierno”. Este formato recibió la influencia de la Commedia dell’arte italiana, y hay elementos fijos, como los novios, el padre y los sirvientes, que se ven hoy en día. Pero se considera que el “padre de la pantomima” es August Harris, gerente del teatro Drury Lane de Londres en la década de 1870, donde muchas de las convenciones estrictas de la pantomima moderna adquirieron su forma definitiva.
Comidas navideñas tradicionales
A fines de la Edad Media, se disfrutaba de comidas sustanciosas en las fiestas de Navidad, y los invitados quedaban deslumbrados con las confituras que se preparaban con almendras molidas, azúcar y frutas abrillantadas. Hacia el siglo XIX, muchas de las comidas de Navidad que son favoritas hoy ya eran una tradición; otras llegaron más tarde.
El ave y todas las guarniciones:
Hasta el siglo XIX, el ave navideña era el ganso y, a partir de la tradición de comer jabalí salvaje en las Saturnales y en Yule, el cerdo o el jamón eran tan habituales como la carne de ave. En 1519, los españoles introdujeron el pavo en Europa; se dice que Enrique VIII de Inglaterra lo comía para Navidad. Los arándanos, que acompañan al pavo en la festividad estadounidense del Día de Acción de Gracias desde la época de los primeros colonizadores (cena que se duplica en Navidad), sólo se obtuvieron en Europa a partir de 1950.
Tortas y budines navideños:
La torta de frutas tradicional, de color oscuro y densa, evolucionó a partir del pastel con pasas hervido del siglo XVIII, que era una versión refinada del potaje de ciruelas con especias que se comía la víspera de Navidad para tener algo en el estómago después de todo un día de ayuno. Sólo a fines del siglo XIX la torta comenzó a servirse el día de Navidad. Antes, se acostumbraba guardarla hasta la noche de Reyes, el 6 de enero.
El bûche de Noël o tronco de Navidad, que se hizo popular a partir de 1870, en Francia, es una masa de bizcochuelo arrollada, que se rellena y se recubre con crema de chocolate, decorada con una ramita de acebo. Representa el tronco que se quemaba en el hogar para la buena suerte.
El stollen alemán es un pan con muchas frutas, con un pliegue en el centro, que representaría al niño Jesús en pañales. Comenzó a prepararse con manteca sólo a partir de 1650, cuando, a pedido de los panaderos de Dresden, el príncipe Ernst von Sachsen solicitó al papa Urbano VIII que levantara la prohibición de usar manteca en la época de Adviento (que precede a Navidad).
Al igual que la torta de Navidad, el budín redondeado evolucionó a partir del potaje de ciruelas. La clase de budín que se sirve hoy en día era el favorito del príncipe Alberto de Inglaterra. Se preparaba con carne picada y hortalizas; en el siglo XVI se le incorporaron frutas disecadas y pollo. Poco a poco, la carne desapareció y se le agregó grasa de pella.
Pastelitos de fruta:
En la Edad Media, los pasteles o chewettes se rellenaban con carne picada o pescado, junto con azúcar, especias y frutas; hacia el siglo XVI, ya eran muy habituales para Navidad. Por el 1800, los pasteles se hicieron más pequeños y se suprimió la carne. La idea anglosajona de que el primer pastelito del año trae una suerte especial tal vez provenga de la misma época.