Tal como lo adelantó el presidente electo Javier Milei, la economía atravesará el próximo año un proceso de estanflación, debido a una fuerte suba en los precios que erosionará el poder adquisitivo, impactará en el consumo y tendrá como consecuencia una caída en el nivel de la actividad económica.
Es que, según distintas estimaciones, el consumo privado -que representa aproximadamente el 70% del PBI- caería con fuerza en 2024. Y se revertiría de esta manera la tendencia con la que se encamina a cerrar en 2023: un año en el que, a partir de la aceleración inflacionaria y la incertidumbre política, la demanda interna se convirtió en una especie de “refugio” para los pesos.
De esta manera, según el índice que elabora la CAC, en los primeros diez meses el consumo acumuló un alza del 3,2% frente al mismo período del año pasado. Aunque en los últimos meses se registra cierto “enfriamiento”: octubre fue el cuarto mes consecutivo con variación mensual negativa y el primero del año con caída interanual.
El consumo masivo también se encuentra en terreno positivo en los primeros diez meses del año: según Scentia, el crecimiento acumulado es del 1,8%. Aunque, tal como advirtió a Ámbito Osvaldo Del Río, director de la consultora, “para 2024 algunos pronósticos hablan de una retracción cercana al 7%”.
“Seguramente lo que va a pasar es que el consumo básico la gente lo va a tratar de defender hasta donde pueda y habrá más restricciones en los gastos de ropa, salidas, gastronomía, recitales, eso se va a ver un poco más afectado. Dentro del consumo en sí mismo, va a tener mayor preponderancia la canasta básica”, analizó.