El 28 de julio de 1914, con la declaración de guerra del imperio austro-húngaro contra Serbia, estalló la “Gran Guerra”, que durante más de cuatro años ensangrentó a Europa y terminó involucrando a casi 70 países. Armas sofisticadas y batallas de trincheras. El ingreso de los Estados Unidos, clave para la derrota de la alianza entre Alemania y el Imperio Austro-Húngaro
Europa llevaba más de cuatro décadas de tensa calma, solo interrumpida por pequeños conflictos bélicos bien focalizados, cuando hace exactamente 110 años, el 28 de julio de 1914 estalló la que muy pronto se pasó a llamar la “Gran Guerra”, un enfrentamiento generalizado entre dos alianzas de potencias europeas que no solo baño de sangre el continente durante más de cuatro años, sino que se expandió por Asia, Oceanía y África y comenzó a definirse con la tardía intervención de los Estados Unidos.
En los cuatro años y poco más de tres meses que duró el conflicto globalizado, fueron movilizados 70 millones de soldados y el saldo en vidas fue aterrador: murieron casi diez millones de militares y otros 21 millones fueron heridos en combate. También alrededor de 13 millones de no combatientes perdieron la vida como consecuencia directa o indirecta de las hostilidades.
Esa tragedia – sin antecedentes en la historia de la humanidad – se debió en gran parte a la introducción de nuevas armas, como las ametralladoras. También se implementaron armas químicas. Según las estimaciones más generalizadas durante el enfrentamiento se liberaron 124.000 toneladas de sustancias tóxicas, incluidos el cloro y el llamado “gas mostaza”. En consecuencia, unos 90.000 soldados murieron envenenados por gases. Mientras que casi un millón perdió la vista o sufrió heridas graves.