San Roque fue un peregrino francés que vivió entre los siglos XIV y XV. Nació en Montpellier, Francia, y se hizo famoso por su devoción a los enfermos, especialmente durante la plaga que asoló Europa en su época. Su figura se asoció rápidamente con la protección contra enfermedades y la sanación.
Todos los 16 de agosto se celebra el día de San Roque en honor a su vida dedicada al servicio de los demás. La Iglesia Católica lo canonizó en reconocimiento a sus actos de caridad y su entrega a los enfermos. Su festividad se ha arraigado profundamente en la tradición popular.
¿Por qué se lo asocia con los perros?
Según cuenta la historia, contagiado de peste, San Roque se trasladó al bosque para no infectar a los demás vecinos de Piacenza. Para su sorpresa, durante su estadía en el medio de la arbolada, cada día recibía la visita de un perro que le llevaba un pan para alimentarse. La secuencia y la ofrenda se repitió día tras día.
El animal lo tomaba cada día de la mesa de su amo, un hombre bien acomodado llamado Gottardo Pallastrelli, el cuál, después de ver la escena repetidamente, un día decidió seguir a su mascota. De esta forma, penetró en el bosque donde se encontró con la escena del pobre moribundo. Inmediatamente decidió llevarlo a su casa, lo alimentó y le hizo las curaciones que necesitaba. El mismo Gottardo, después de comprobar la sencillez de aquél hombre y de haber escuchado las palabras del evangelio que le enseñó, decidió peregrinar como el.
Cabe decir que otras versiones populares afirman que fue el mismo perro quien le curó, después de lamerle la herida de su pierna varias veces, como se refleja en varias estampitas. Además, para algunos historiadores, el redactor de la “Acta brevoria” sería el mismo Gottardo.