El “impuesto rosa” se refiere a los precios basados en el género, donde las mujeres pagan más por los artículos que se les comercializan, mientras que los productos comparables que se comercializan para los hombres suelen ser más baratos.
La brecha que hay entre hombres y mujeres no es un secreto, pero existen otras formas de discriminación de género que afecta directa y desproporcionadamente a las mujeres en todo el mundo: el “impuesto rosa”, es decir, el sobrecosto que tienen aquellos productos que tienen alguna diferenciación especial para el consumo de mujeres, principalmente a partir del diseño de los envases.
El impuesto de género, se aplica fundamentalmente en artículos de perfumería e higiene personal, farmacia, juguetes y útiles escolares. Los productos como las máquinas de afeitar, los cepillos de dientes e incluso los medicamentos recetados que se comercializan para las mujeres tienden a costar más, sin ninguna razón discernible que no sea el hecho de que son de color rosa.
“Las mujeres valoran más aspectos del producto como la personalización, el color o una edición limitada. Y están dispuestas a pagar más por ello”, señalan los especialistas.