La Casa Blanca considera que las bandas de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación son el principal blanco de su agenda antinarcóticos, y avanzará de manera unilateral si evalúa que no hay cooperación de su socio regional.
Donald Trump diseñó un agenda contra los carteles de la droga en México que inicia en la diplomacia formal y puede concluir en acciones directas. El presidente de los Estados Unidos lanzó una guerra sin cuartel para frenar el narcotráfico desde la Frontera Sur, que tiene un plan de batalla inédito y sucesivas etapas perentorias.
La estrategia final de la Casa Blanca depende de la voluntad política de Claudia Sheimbaum: si la presidenta mexicana acepta la hoja de ruta del Salón Oval, todo dependerá de los acuerdos que cierre con Marco Rubio, el secretario de Estado.
En cambio, si la administración republicana considera que su socio regional adopta una posición reluctante, Trump estaría dispuesto a ejecutar su plan de acción en solitario.
En su acotada redacción, la orden de Trump adelanta: “Es política de los Estados Unidos garantizar la eliminación total de la presencia de estas organizaciones en el país y de su capacidad de amenazar el territorio, la seguridad y la protección del país mediante sus estructuras extraterritoriales de mando y control, protegiendo así al pueblo estadounidense y la integridad territorial de los Estados Unidos”.
Y concluye: “Dentro de los 14 días a partir de la fecha de esta orden (20 de enero), el Secretario de Estado tomará todas las medidas apropiadas en consulta con el Secretario del Tesoro, el Fiscal General, el Secretario de Seguridad Nacional y el Director de Inteligencia Nacional, para hacer una recomendación con respecto a la designación de cualquier cártel u otra organización descrita en la sección 1 de esta orden como una Organización Terrorista Extranjera”.